Hay un hombre en Italia que lo hace todo. Concede entrevistas, insulta a Presidentes, desprecia a los inmigrantes, se erige en guardián de las fronteras italianas con las formas de un portero de discoteca y acapara titulares con su retórica neofascista. Al hiperactivo Matteo Salvini, se le quedan cortas la vicepresidencia y la cartera de Interior.
Su incontenible verborrea y su desenvoltura ante las cámaras ha eclipsado radicalmente a su socio de Gobierno, Luigi di Maio, y al presidente Giusepe Conte, y eso que costó nombrarlo, nadie le presta atención.
Todos los focos, los selfies, las polémicas, son para él. Como la que mantiene con el escritor Roberto Saviano, al que ha amenazado con quitarle la escolta que le protege de la mafia después de que el autor de Gomorra criticara al nuevo gobierno.