Reunión del Consejo de Seguridad sobre el Sáhara Occidental: vuelta a las hostilidades, sin enviado especial y nuevo paradigma regional

  • La cita llega trece días después de que las fuerzas marroquíes abatieran a un alto mando de la Gendarmería del Polisario. En noviembre del año pasado se rompía el alto el fuego en vigor desde 1991

Este miércoles el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas volverá a reunirse para abordar la situación del conflicto del Sáhara Occidental. Se trata de la primera de estas citas desde que el pasado mes de noviembre, con los acontecimientos del paso de Guerguerat, se rompiera el alto el fuego –en vigor desde 1991- entre el Frente Polisario, que desde 1976 reclama la celebración de un referéndum de autodeterminación para la ex colonia española, y Marruecos, que solo contempla la posibilidad de un proceso autonómico bajo su soberanía. La cita llega trece días después de que las fuerzas marroquíes abatieran a un alto mando de la Gendarmería saharaui. La reunión de mañana en Nueva York se producirá además sin que las partes se pongan de acuerdo sobre el nombre del nuevo enviado. Y con la República Árabe Saharaui reclamando un asiento en la ONU.

Vetos y tensión entre las partes

La cita de este miércoles en el Consejo de Seguridad llega sin visos de acuerdo sobre la identidad del nuevo enviado del secretario general de la ONU, puesto vacante desde mayo de 2019, cuando se producía la dimisión del alemán Horst Köhler. El Polisario y Argelia han rechazado en los tres últimos meses dos candidatos, el antiguo primer ministro rumano Petre Roman en diciembre y al ex ministro de Exteriores portugués Luis Amado ya en marzo de este año. A través de su embajador y representante permanente ante la ONU, Omar Hilale, Marruecos ha denunciado que Argel y el Polisario tratan de “bloquear” el proceso de negociaciones. “Esta obstrucción constituye una afrenta a la autoridad del secretario general y un desdén hacia las resoluciones del Consejo de Seguridad (…) Argelia y el Polisario deberán asumir la entera responsabilidad de haber secuestrado el proceso político”, denunciaba el representante marroquí en una carta remitida a los miembros del Consejo de Seguridad.

El jefe de la Misión de la ONU para la celebración del referéndum (Minurso), el canadiense Colin Stewart, deberá presentar un informe sobre la situación. La organización cuenta con al menos 240 representantes sobre el terreno y tiene mandato hasta del Consejo de Seguridad hasta el 31 de octubre próximo.

Tiempos de cambio

La realidad norteafricana y del conjunto de Oriente Medio está experimentando en los últimos meses un proceso de reestructuración del que el conflicto saharaui no escapa. El pasado mes de diciembre la declaración de reconocimiento por parte de Estados Unidos de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental marcaba un jalón en la historia del contencioso. La declaración, en los estertores del mandato de Donald Trump, formaba parte de un acuerdo tripartito alcanzado entre Rabat, Washington y Tel Aviv.

A cambio del reconocimiento estadounidense sobre el Sáhara, Marruecos restablecía relaciones con el Estado de Israel. Un reconocimiento que se unía al de Baréin, Sudán y, sobre todo, Emiratos Árabes Unidos. Un auténtico cambio de paradigma regional que la siempre hábil diplomacia marroquí no quiso que le tomara a contrapié.

Por ahora el presidente Biden no ha dado señales de querer revertir la nueva situación, que sin duda planeará en la cita de este miércoles en Nueva York. El pasado mes de febrero, 27 senadores pedían al mandatario estadounidense que volviera a comprometerse con la celebración de un referéndum. Entretanto, en Marruecos aguardan la apertura del consulado estadounidense que la Administración Trump prometió en la ciudad de Dajla.

Por su parte, desde Bruselas, el máximo representante de su diplomacia, Josep Borrell, ha dejado claro en las vísperas que la UE no seguirá los pasos de Washington. El principal aliado de Rabat en Europa, Francia, también ha evitado hasta el momento mandar señales en la misma dirección a la adoptada al otro lado del Atlántico.

“No espero nada de la ONU. Mejor el diálogo directo”

En este impasse cumple un año de vida el Movimiento Saharauis por la Paz, un grupo formado por ex líderes del Polisario que denuncia el carácter “totalitario” y “radical” de la entidad independentista, y aboga por “dar un paso al frente” para tratar de desencallar la situación. “En abril del año pasado, un número elevado de cuadros altos y medios, civiles y militares nos vimos obligados a soltar amarras y crear el MSP como una fuerza independiente. Sus objetivos son insuflar en la sociedad saharaui la cultura de la pluralidad y acabar con el sistema totalitario de partido único”, asegura a NIUS Hach Ahmed Baricalla, uno de sus fundadores.

“En la actualidad la prioridad es contribuir a la solución pacífica del conflicto y cambiar el destino del pueblo saharaui tras cincuenta años de guerras y exilio. Creemos que no podemos seguir siendo ratones en medio de una pelea de elefantes, convidados de piedra, en el choque de intereses e influencias de potencias regionales rivales”, abunda este ex ministro del Frente Polisario, que atiende desde España a NIUS.

El MSP, que se postula como “tercera vía”, defiende el diálogo entre las autoridades independentistas y Marruecos, y en su manifiesto fundacional no obvia las “opciones a la libre determinación”. “Pese a las condiciones adversas hemos logrado instalar el movimiento y sus estructuras en importantes sectores de la población saharaui, tanto en el territorio como entre los saharauis presentes en los países vecinos. Pudimos abrirnos paso en las relaciones internacionales a través de la comunicación y el contacto con muchos gobiernos, instituciones y partidos políticos”, asevera, optimista, Baricalla.

Respecto de la cita en Nueva York de este miércoles, el ex líder del Polisario dice no “esperar nada”. “Nuestras esperanzas se las llevo el viento. Hace treinta años que la ONU aprobó un plan de paz, decreto un cese el fuego y desplegó un flamante contingente de cascos azules y el resultado es el que vemos. La ONU lleva más de treinta años atrapada en las arenas del Sáhara. Al final, más que facilitar el arreglo se ha convertido en un estorbo. Personalmente creo que podría ser más práctico y eficaz propiciar el diálogo directo, sin luces y taquígrafos o una mediación alternativa”, defiende.