El Gobierno turco había decretado la prohibición de protestar públicamente en Soma. Pero algunos mineros y vecinos desoyeron la orden. Y se desató la violencia. La policía ha cargado con contundencia para disolver las protestas, desatadas tras la muerte de 301 personas en la explosión de una mina en esta ciudad turca. Soma está literalmente tomada por la policía. Y los manifestantes denuncian la dureza de la intervención policial. Pero los disturbios ya se han extendido hasta Estambul. La manifestación en protesta por el desastre comenzaba pacíficamente. Y terminaba con detenidos, heridos y la policía cargando con cañones de agua. El accidente en la mina ha reabierto la fractura social en Turquía. La empresa que explota la mina de lignito en Soma, Alp Gürkan (dueño de Soma Holding, consorcio que le compró la mina al Gobierno cuando éste la privatizó en 2005), declinó el viernes toda responsabilidad del accidente. Y los mineros, que ahora centran la atención de los medios, denuncian sus pésimas condiciones de trabajo. Sueldos, dicen, de 450 euros por durísimas jornadas maratonianas de labor en la mina. Y todo ocurre a tan solo dos semanas para que se cumpla un año del inicio de las protestas del parque Gezi. Otra prueba de fuego para el gobierno del conservador Tayip Erdogan.