El adolescente ansiaba tener los lujosos dispositivos del momento para demostrar a sus compañeros de escuela que 'estaba a la moda', pero sus padres no tenían recursos para comprarlos.
Así que gracias a unos intermediarios logró hacer su sueño realidad, pero a un alto precio. Viajó para someterse a la extirpación de uno de sus riñoes a una clínica clandestina y vendió su órgano. Le pagaron 3.200 dólares y con ellos se compró sus deseados iPhone 4 y un iPad 2.
Sus padres, que desconocían todos sus movimientos, descubrieron todo cuando vieron que poseía estos dispositivos y le preguntaron con qué dinero los había adquirido. La madre denunció el caso a la Policía, y posteriormente los tres intermediarios y dos médicos fueron condenados a prisión.
Mientras tanto, la salud del joven se deterioró seriamente: sufre de insuficiencia renal y está prácticamente discapacitado. Ahora, el joven pasa todo el tiempo en cama y necesita del cuidado permanente de su familia y de las ayudas sociales.