Viviendo con la autolesión, la historia de Rubén: "Sentía un dolor muy grande que no se iba"

Como cada año, el 1 de marzo tiene lugar el Día Mundial de la Concienciación sobre la Autolesión. ¿El objetivo? Que la sociedad entienda qué son las autolesiones y, sobre todo, cuál es el sufrimiento que hay detrás de las agresiones que una persona se infringe a sí misma.

Rubén se autolesionó por primera vez con catorce años. “Estoy convencido de que tenía una depresión no diagnosticada”, comparte con Yasss el cacereño de ahora 29 años, “y encontré en las autolesiones un alivio. Era un alivio destructivo, pero era lo único que tenía a mano en ese momento”.

Rubén no es un caso aislado. Según un estudio español, un 21,7% de los adolescentes se ha autolesionado al menos una vez a lo largo de su vida, pero pese a tratarse de un problema tan común, apenas se habla de ello.

¿Qué significa autolesionarse?

Para Rubén, autolesionarse significaba o bien dejar de sentir, o bien sentir algo. “De adolescente, vivía con un dolor muy grande que no se iba casi nunca. A veces eran muchas emociones a la vez, ganas de llorar, pánico, odio hacia mí y hacia todos, y la autolesión era una forma de centrarme en el dolor físico. Otras veces, no sentía nada. Era como si estuviese vacío, y me hacía daño para poder sentir algo”.

Para los expertos en salud mental, las autolesiones no suicidas son el acto de lastimarse intencionadamente el propio cuerpo sin que haya intención de quitarse la vida. La intención es, como bien relata Rubén, regular las emociones desagradables y obtener una breve sensación de alivio. El problema es que la calma dura muy poco: después llega la culpabilidad, la vergüenza, la tristeza, la ansiedad, la ira o el vacío emocional.

También es importante tener en cuenta que pese a que no haya intención suicida, las autolesiones pueden poner en riesgo la vida de la persona, tal y como le sucedió a Rubén con diecinueve años: “estaba en la universidad y me sentía muy solo. Llevaba ya varios años sin autolesionarme, pero en primero de carrera volví a hacerlo en forma de golpes. Me daba puñetazos en el pecho, en la barriga, en la cabeza…, o me tiraba contra lo que pillase”, recuerda. “Un día salí con la gente de la universidad, pero yo sentía que no encajaba. Bebí y volviendo a casa di un cabezazo a la pared. Era como si quisiese poner en silencio mi cabeza, y acabé en el hospital”.

Tras aquella autolesión, Rubén comenzó la terapia psicológica y pudo entender todo lo que había sentido y vivido en los últimos años.

Las autolesiones no solo son cortes

Todos tenemos una imagen muy estereotipada de los problemas de salud mental, y en el caso de las autolesiones ocurre algo parecido. Pensamos que solo son cortes, nada más alejado de la realidad.

Las autolesiones son agresiones que pueden presentarse en forma de:

  • Cortes con objetos afilados, incluidas las uñas.
  • Marcas en la piel, por ejemplo, grabándose palabras con un cúter.
  • Arrancarse el cabello, una conducta también llamada tricotilomanía.
  • Reabrir heridas, quitar la costra de una lesión, pellizcarse o arrancarse pequeños trozos de piel, una conducta también llamada dermatilomanía.
  • Rozaduras con otros objetos o mediante un rascado compulsivo hasta que se produce una lesión.
  • Quemaduras con cerillas, cigarros, cera u objetos calientes.
  • Puñetazos y tortazos hacia uno mismo.
  • Golpes contra objetos contundentes.

Estas autolesiones pueden ser leves o graves, en zonas ocultas o en zonas visibles de la piel, esporádicas o recurrentes, e impulsivas o planeadas. Todo depende de la persona y de su situación, por eso lo mejor es no compararse con nadie y no minimizar tu sufrimiento: si realizas autolesiones, pide ayuda profesional.

Quien se autolesiona necesita ayuda: diez recomendaciones para seres queridos

Cuando una persona se autolesiona, su entorno puede reaccionar invalidando su malestar con frases como “lo tienes todo y aun así haces esto”, “no tienes motivos para actuar así”, “estás exagerando” o “esto es una llamada de atención”.

Estas reacciones no ayudan. Todo lo contrario, pueden hundir todavía más la salud mental de la persona. Por eso es importante entender las autolesiones como una petición de socorro y acudir a ella de la mejor manera posible:

  1. Si no sabes cómo actuar y cómo ayudar a un ser querido que se autolesiona, busca orientación psicológica.
  2. Aprende sobre salud mental y sobre autolesiones. Infórmate sobre las señales de alarma, causas, estrategias de prevención y tratamiento, etc.
  3. No juzgues, critiques, amenaces o grites a la persona, porque así solo conseguirás que te oculte las autolesiones y su sufrimiento psicológico.
  4. Ofrece apoyo y amor incondicional.
  5. Bríndale tu compañía, hazle sentir que no está solo y que siempre puede hablar contigo.
  6. Intenta eliminar los objetos dañinos de tu casa.
  7. Da ejemplo realizando conductas saludables. Por ejemplo, si tu amigo se autolesiona cuando bebe alcohol, intenta reducir tu consumo de alcohol en su presencia para evitar tentaciones.
  8. Anímale a pedir ayuda profesional.
  9. Refuerza las recomendaciones de su psicólogo o de su psiquiatra.
  10. Busca ayuda psicológica si la necesitas. Quienes cuidan, también deben ser cuidados