Hablemos del suicidio: Tengo pensamientos suicidas, ¿qué puedo hacer?

En la última década, se ha empezado a hablar abiertamente del suicidio. No es para menos, ya que en 2020 se quitaron la vida un total de 3.941 personas. ¿Ha mejorado la situación en el último año? Ojalá poder decir que sí, pero los datos indican que la cifra de suicidios ha aumentado; 11 personas se suicidan al día en España según el Instituto Nacional de Estadística.

Los números importan porque indican la gravedad del problema, pero necesitamos algo más: estrategias de prevención y recursos psicosociales. En otras palabras, de poco sirve saber que cada vez se suicidan más personas, si no se ofrecen soluciones a aquellos que en algún momento piensan quitarse la vida. Eso es precisamente lo que le ocurrió a Julen, un joven de 26 años que en agosto de 2022 intentó quitarse la vida.

La historia de Julen: “El suicidio no es una llamada de atención ni un acto egoísta”

“Llevaba meses mal, no fue una decisión repentina ni impulsiva. Había perdido las ganas de vivir”, comparte el joven de Tarragona. “Buscaba en internet y solo leía «pide ayuda» en todas partes. Se lo contaba a mis amigos y me decían que fuese al médico. Lo hice, pero cuando acudí a la sanidad pública, me encontré con una lista de espera de semanas para ver al psicólogo y un psiquiatra que me recetó pastillas para tomar mientras tanto y que me dijo literalmente «lo que tienes que hacer es pensar en los demás, no seas egoísta» cuando le conté que había pensado quitarme la vida. Ahora sé que el suicidio no es una llamada de atención ni un acto egoísta, pero en aquel momento me hizo mucho daño ese comentario”. Varios meses después, Julen intentó suicidarse, pero su hermano pudo frenarle. “Le conté todo y me ayudó a encontrar un psicólogo gratuito hasta que pude pagar uno de pago”, recuerda.

“A día de hoy estoy mucho mejor, pero quiero que mi historia sirva de algo. Hay que hablar del suicidio, pero también ofrecer ayuda de verdad para las personas como yo”, reivindica. Como Julen, miles de personas luchan día a día contra las ideaciones suicidas. ¿Qué puedes hacer si eres una de ellas?

Terapia: ¿Cuáles son los recursos psicológicos gratuitos?

Se habla día y noche de la importancia de la terapia, sobre todo si experimentas ideaciones suicidas. Desgraciadamente, a día de hoy la salud mental es un privilegio: hay pocos psicólogos en la seguridad social y muchas personas que no pueden costearse una terapia de pago.

Si tienes problemas económicos, puedes o bien buscar un psicólogo con una tarifa reducida (el precio de la sesión oscila entre los 25 y los 50 euros en algunas consultas privadas), o bien recurrir a alguno de los siguientes recursos gratuitos:

  • Línea 024 de atención a las conductas suicidas.
  • Asociación Internacional del Teléfono de la Esperanza: 717 003 717
  • Teléfono de Prevención del Suicidio: 900 925 555
  • Línea de Ayuda a Menores de la Fundación ANAR: 900 20 20 10
  • Teléfono contra el suicido de la Asociación Barandilla: 911 385 385
  • Teléfono contra el suicidio de la Asociación Papageno: 633 169 129
  • Asociación Catalana Para la Prevención del Suicidio: 652 873 826

También hay centros privados que ofrecen ayuda psicológica gratuita y grupos de apoyo presenciales de supervivientes del suicidio en algunas comunidades autónomas. En las respectivas asociaciones, te pueden informar de tus opciones.

Apoyo social: ¿Con quién hablar del suicidio?

Además del apoyo profesional, también necesitamos el apoyo de nuestros seres queridos. Muchas personas viven las ideaciones suicidas en silencio porque no quieren preocupar a sus amigos, pareja o familia, o porque tienen miedo de que se las juzgue.

Párate a pensar en las personas que conoces y que te entienden de verdad. Es decir, aquellas que te apoyan incondicionalmente, que te escuchan cuando hablas, que no invalidan tus emociones y con las que eres tú mismo o tú misma. Ábrete con ellas sin vergüenza ni miedo a preocuparlas. Son tu espacio seguro, así que comparte tus ideaciones suicidas para no tener que cargar en solitario con esa carga mental.

¿Y qué pasa si no tengo a nadie? Mi recomendación es que crees tu propio grupo de apoyo. Puedes hacer amigos a través de las redes sociales o acudir a un grupo de apoyo de personas con ideaciones suicidas o con dificultades similares a las tuyas.

Actividades reforzantes: ¿Cómo mejorar el estado de ánimo?

Por otro lado, es importante realizar alguna actividad reforzante, es decir, pequeños planes que te hacen sentir bien. Puede ser algo tan sencillo como ir al vivero, comprar plantas y sustrato y dedicar una hora a la semana a cuidarlas. O dibujar, coser, escribir, hacer fotografías o ir al cine. También el ejercicio físico: baila, practica boxeo, haz senderismo, apúntate a crossfit…, lo que sea que te llame la atención. Si además estos planes incluyen a alguna persona de confianza, mejor que mejor.

¿Por dónde empezar? Apunta en un papel todas las actividades que te apetece realizar o que has dejado de hacer, pero antes te hacían feliz. Ahora, ordénalas de más fácil a más difícil de realizar. Empieza por los retos más sencillos y poco a poco irás ganando motivación, mejorará un poquito tu estado de ánimo y disminuirán la frecuencia e intensidad de las ideaciones suicidas.

Alternativas a las autolesiones: ¿Qué hacer cuando aparecen las ideaciones suicidas?

Hay momentos en los que el sufrimiento es tan intenso o el vacío emocional tan insoportable, que la única opción que se nos ocurre o bien para dejar de sentir, o bien para sentir algo, es la autolesión o directamente quitarnos la vida.

¿Hay otras formas de manejar las emociones o la ausencia de emociones sin hacerte daño? Sí, y aunque lo ideal es que un psicólogo te oriente para crear tu lista personalizada, algunas ideas son:

  • Darte una ducha de agua fría.
  • Coger un cubito de hielo con la mano y pasarlo por la piel.
  • Pintar con un bolígrafo la piel en lugar de cortarla.
  • Ponerte los cascos y escuchar una playlist de música.
  • Escribir en un papel lo que sientes y después romperlo en muchos pedacitos.
  • Llorar con fuerza, sin controlarte y gritando si lo necesitas.
  • Hundir la cabeza en una almohada o en una prenda de ropa y gritar con fuerza.

Recuerda que estas técnicas son alternativas provisionales. Como decía antes, lo ideal es contar con la orientación de un profesional para tratar el origen del problema.