Victor Amat, el psicólogo punk: “Convierte tu mierda en algo interesante también”

  • Entrevista al psicólogo Victor Amat, conocido como el Psicólogo punk, sobre su último libro, ‘Autoestima Punk’

  • En su libro, Amat critica la explotación que la industria de la autoayuda ha hecho del concepto de autoestima

  • “La idea de ‘sé tu mejor versión’ es perversa porque genera una insatisfacción permanente”, asegura

“Nuestros abuelos no necesitaron tanta autoestima para salir adelante tras la guerra”, dice el psicólogo Victor Amat en su último libro, Autoestima punk (Vergara 2023). Esa es su manera de decirnos con el inconfundible estilo directo, campechano y un tanto irreverente que ya demostró en su primer libro, Psicología punk (Vergara 2022), que nos han engañado como a tontos; que esta moda de echarle la culpa de todo nuestro sufrimiento a nuestra baja autoestima es el gran chollo de la industria del crecimiento personal.  

Lo que tiene clarísimo Amat es que la autoestima “es un jaleo de la hostia” y que “no tiene nada que ver con quererse más a uno mismo”. Esa sería la autoestima happy flower -asegura- “un tipo de autoestima bienintencionada pero mal entendida porque te hace pensar que tú puedes ser perfecta como ser humano y eso no va a ser así”. En el fondo, todo esto es una manera de trasladar la máxima capitalista de ‘necesidad de mejora constante’ al ámbito emocional, lo cual es muy perverso -asegura Amat- porque ahí solo hay un final posible: frustración y malestar. 

En realidad, lo que dice Amat en Autoestima Punk no es nada nuevo. De hecho, en muchos libros catalogados como de autoayuda o crecimiento personal corren ríos de tinta con esta idea de que para tener un mínimo de bienestar emocional es necesario acoger tanto nuestras luces como nuestras sombras; hacer de nuestras debilidades fortalezas; abrazar nuestras partes rotas; aceptar que no somos perfectos… 

¿Qué es entonces lo que hace diferente a Victor Amat? Que su manera de decirlo llega a mucha gente. “Apáñate con tu mierda” no chirría tanto en los oídos de los que huyen de los mensajes superficiales estilo Mr. Wonderful: “si quieres puedes”, “esfuérzate por ser feliz” o “mira el lado bueno de las cosas”. Además de este lenguaje de andar por casa tan peculiar, Victor Amat tiene el valor añadido de encarnar aquello que enseña y promueve. Él es el primero que ha hecho un trabajo personal interesante para transformarse de campeón europeo de kick boxing en psicoterapeuta y “para ver cómo de ser un garrulo de barrio me podía convertir en un psicólogo que llegara a bastantes personas sin querer ser un psicólogo profundo”, reconoce.  

La autoestima happy flower tiene que ver con querer forzarse a ser otro

Pregunta: Autoestima punk versus autoestima happy flower…¿podrías explicar un poco más en profundidad esta diferencia? 

Respuesta: Te vas a reír, pero en realidad no tengo claro qué es la autoestima. O sea, mientras lo escribía he ido descubriendo cosas sobre la autoestima que estaban en un plano intuitivo. Lo que sí he descubierto es que la autoestima happy flower tiene que ver con querer forzarse a ser otro. En el momento en que tú piensas que para tener autoestima tienes que ser de otra manera, es decir que tú eres en términos de ‘ser más perfecto’, ‘ser más productiva’… en fin, esas cosas que una se pide a sí misma sin éxito desde hace tiempo. A este insistir en una lucha que tú nunca vas a ganar, yo le llama la autoestima happy flower porque es un tipo de autoestima bienintencionada pero mal entendida porque te hace pensar que tú puedes ser perfecta como ser humano y eso no va a ser así. A medida que yo he ido escribiendo el libro y aterrizando este concepto, me doy cuenta de que quizás, la autoestima punk es un poco llegar a una especie de “no vamos a pisarnos las colas a nosotros mismos” ¿sabes? Esta cosa de decir: yo sé que esto que tengo es mierda pura, pero voy a intentar llevarme lo mejor posible con esto porque, lo que yo considero que es mierda pura, otros lo pueden encontrar una cosa maravillosa y puede ayudar a otros. Esta idea, yo creo que es lo novedoso del libro. El libro, lo que propone es: “oye, vamos a llevarnos razonablemente bien con nuestros fallos; convierte tu mierda en algo interesante también”. 

P: Este convertir nuestra mierda en algo interesante ¿crees que exige también invertir mucho esfuerzo?  

R: Ahí hay un trabajo a hacer, sí. Es como decir: pues yo soy un garrulo de barrio y he intentado hacer un trabajo interesante de cómo de ser un garrulo de barrio me podía convertir en un psicólogo que llegara a bastantes personas sin querer ser un psicólogo profundo, sin querer ser un psicólogo como los profesores que yo tenía en la universidad que eran como…¿cómo decirte?…que tenían glamur, vamos. Iba a una universidad privada, católica, y tenía unos profesores como superglamurosos…gente mayor, que hablaban y sabían citar a gente y yo pensaba: “yo nunca podré ser como estos tíos” y ahí está la idea de decir: “vale, pues yo, que tengo una cultura pop, una cultura un poco de barrio, de cómic y de rock and roll…pues sí, yo puedo llegar también y transmitir esas ideas siendo yo mismo”…Pues es un poco esta idea. 

Buscar la mejora constantemente es un no parar que genera una insatisfacción permanente porque el ser humano nunca va a alcanzar la perfección

P: Una de las cosas más interesantes y diferentes de tu libro es esta idea de que “no existe una única versión de ti misma; deja de luchar contra eso porque es totalmente humano estar llena de contradicciones”. Claro, esto echa por tierra esa frase tan happy flower -que siempre me ha chirriado mucho- de “sé tu mejor versión”… 

R: Yo además le añado la perversión de que esta ‘mejor versión de ti misma’ sigue siendo precisamente el ‘sufrir tuyo’… es que la idea de tu mejor versión es Kaizen, un concepto de fabricación capitalista que dice: “lo que queremos conseguir en las fábricas es una producción perfecta: hemos de ir a lo perfecto y creamos un proceso que se llama de mejora continua para que la fábrica sea más eficiente, gaste menos, podamos producir más con menos riesgo, etc.” Claro, la idea es buena; es decir, que yo tengo que revisar los procesos que yo hago para mejorar…eso está bien. Pero eso, cuando lo aplicamos a lo emocional, es una perversión. Porque entonces yo tengo que revisarme cada día sobre lo que hago bien y cómo puedo mejorar lo que hago bien para entonces ser la mejor pareja de mi pareja o la mejor madre. y ese buscar la mejora constantemente es un no parar que genera una insatisfacción permanente porque el ser humano nunca va a alcanzar la perfección. 

P: ¿Hasta dónde entonces podemos llevar este punto de mejora personal? 

R: La madurez es encontrar hasta dónde…Es como si tú no paras de corregir esta entrevista porque nunca te parece suficientemente perfecta y corregirías eternamente, pero claro, ¿hasta dónde? Hay un momento en que tienes que decir: “Hasta aquí, seguro que perfecta no es y seguro que hay un hater que me dice algo”. Pero hay un momento en el que tú, profesionalmente, que ya eres una tía que lo hace bien, dices: “Pues hasta aquí, es hasta aquí y punto… me lo he currado, lo he intentado hacer bien, lo he afinado y hasta aquí llego”. 

P: ¿Nos iría mejor también si reconociéramos que hay cosas de nosotros que no podremos cambiar nunca? 

R: Por ejemplo, yo soy desordenado porque tengo un TDAH y eso significa que a mí el orden me cuesta. Imagínate que cada mañana me levantara con la idea de que debería ser más ordenado porque toda la puta vida me han dicho: “Victor, eres un desastre”. Bueno, pues yo ya lo que me digo es esto otro; “bueno, tengo un desorden eficiente” y ahí es donde junto esas dos partes mías: la parte mía desordenada, combinada con mi cerebro eficiente, que es algo que también me da mi TDAH, porque soy tan apasionado que cuando me pongo con algo que me gusta…buuuuuuua. Pues esto es: desorden eficiente. Es lo que ocurre cuando junto los contrarios, lo contradictorio de mí. 

P: A ver, a ver, otro ejemplo por favor…¿qué le dirías a una persona que tiene tendencia a pedir perdón por todo y que quiere cambiar eso porque a su alrededor le dicen que eso mina su autoestima o que es un síntoma de baja autoestima?  

R: Lo que podría hacer esta persona es confesar la dificultad, decir: “A mí me suele pasar que pido perdón sin motivo, entonces, tranquilos, si os pido perdón en realidad no os estoy diciendo nada porque en realidad no es nada”. Esa sería otra forma de integrar esa parte suya que pide perdón compulsivamente porque cuando tú te fuerzas a no pedirlo… ¡te saldrá aún más!...es que somos así de contradictorias, ¿no? (…) Esta persona podría estudiar también por qué le pasa eso y llegar a la conclusión de que “es verdad, yo aprendí a pedir perdón porque mis padres tenían mala leche y ya de pequeña preferí pedir perdón y disculparme aunque no lo creyera o aunque yo pensara que no era mi culpa”…pero tener ese conocimiento no acaba con esa compulsión de pedir perdón, por eso es más fácil autorizarla: así te quitas tú esa presión.  

La autoestima happy flower tiene que ver con querer forzarse a ser otro

P: En Autoestima punk insistes mucho en que es muy perverso eso de echar la culpa de todos nuestros males a tener la autoestima baja porque esto exime de responsabilidad al sistema… 

R: Eso es tremendo, es tan perverso…estamos socializados de una manera donde si estás mal, está en tus manos resolverlo. Y esa ha sido la gran perversión del capitalismo, por decirlo de alguna manera. Si estás mal, como que depende de ti resolverlo. Si eres pobre o eres gordo o eres obeso la culpa es tuya porque eres un gilipollas y tienes baja autoestima. Y además te vamos a vender un curso para que te suba la autoestima. Esto es una perversión tremenda porque claro, gran parte del sufrimiento que estamos viendo ahora es social y tiene una solución social: la gente come mierda, estamos explotándonos a nosotros mismos porque tenemos que tener tres trabajos para poder pagar las cosas, no tenemos acceso a vivienda. Es lo social. Gran parte del sufrimiento emocional tiene que ver con que deberíamos tener más posibilidades porque no puede ser que una terapia cueste diez veces más que un diazepam…si cobro cien euros la sesión… ¡es que un diazepam vale un euro o menos! Entonces, a la gente le sueltan un diazepam y listo. 

P: Lo social es importante, sí… pero algo de responsabilidad tendremos también como individuos en la búsqueda de nuestra felicidad o bienestar, ¿no? 

R: Hasta cierto punto sí. El otro día alguien me dijo esto: “mira yo conozco un caso de gemelos -chica y chico- y ella siempre está amargada y él es muy feliz” Y yo le dije: “bueno, pero es que tú no sabes si ella fue abusada y él no”…  

P: Ya, pero hay personas que son optimistas por naturaleza, que tienen la capacidad de enfrentarse a las peores adversidades desde el optimismo… 

R: Cuando la gente tiene una actitud positiva frente a la vida de manera espontánea, ¡es cojonudo, es una bendición! Ahora bien, cuando una persona no tiene esa visión positiva de la vida, hemos de optimizar eso permitiéndole ser negativo porque, si no, lo que estamos consiguiendo es obligar a la persona a tener que ver el mundo como no lo ve. En mi primer libro hay un capítulo en el que digo esto: “si eres un marciano y llevas tu nave espacial a un sitio de arreglar coches terrícolas, pues no va a funcionar.” Entonces, la persona que tiene una visión negativa de la vida o mucho más quejosa de la vida, hemos de conseguir que con esa actitud haga otras cosas porque si no, entramos en ese discurso perverso. Mira, yo soy positivo espontáneo, pero yo no puedo ir diciéndote a ti: “¡Pero mira el lado positivo de las cosas!”, porque tú, a lo mejor, no lo puedes ver así.  

Lo que estamos consiguiendo con toda esta mierda de la banalización de la salud mental es que nos vamos al ‘Macpsico’, a la churrería de terapia

P: Entonces… más nos vale aceptarnos tal y como somos y con lo que tenemos ¿correcto? 

R: ’Apañarnos’, como digo yo. Por ejemplo, con mis pacientes, si alguien me dice: “Yo no quiero tener miedo”. Pues yo le digo: “igual lo que podríamos lograr es tener el miedo que toca según la situación”. Porque yo sé que no va a ser posible porque no es humano no tener miedo. Si te venden un libro de ‘vivir sin miedo’ no es un libro humano…vivir sin miedo…no, no serías una persona. Una persona tiene que tener miedo a cosas. Ahora bien, lo importante, lo que te hace crecer como ser humano, es decir: tengo una dosis adecuada de miedo en esta situación (…) Mi trabajo muchas veces es chocante en el sentido de que la gente viene con una expectativa happy flower de yo quiero ser una supermadre, por ejemplo, y al final sale de la sesión diciendo: “No: yo quiero ser una madre adecuada, no una madre perfecta”.  

P: Una última pregunta Victor…me interesa mucho tu opinión sobre el estado de la psicología; porque todo el mundo va al psicólogo ahora. ¿Vale todo? ¿no crees que estamos en riesgo de macdonalizar de la psicología? 

R: Hay gente montando start ups de terapia online en las que tú no sabes en manos de quién te estás poniendo. Esto me ha pasado en mi centro, donde somos cuatro personas que trabajamos juntos desde hace 20 años y la gente me dice que escale porque tengo una lista de espera larga. Pero yo me niego a poner a cualquiera: prefiero perder un paciente en el sentido de derivarlo a otro sitio, que poner a alguien en manos de un psicólogo que no conozco. Lo que estamos consiguiendo con toda esta mierda de la banalización de la salud mental es que nos vamos al macpsico, a la churrería de terapia… y venga churros y churros y churros… y eso va a ser ya yatrogenia porque claro, si tú vas con un ataque de ansiedad o con un trastorno obsesivo y te ponen a abrazar ositos de goma…te vas a poner peor, ¡te vas a poner peor! Estamos cayendo en una banalidad muy peligrosa.