Los beneficios de los probióticos en el intestino, el segundo cerebro del cuerpo humano

  • El yogur, las aceitunas y el queso crudo son alimentos probióticos

  • El sistema digestivo es cosiderado como "el segundo cerebro"

A raíz de la pandemia del coronvirus hemos vuelto a tomar conciencia de la importancia de cuidar nuestro estado de salud. Muchas de las defensas del cuerpo humano se encuentran ubicadas en el sistema digestivo, el intestino y el colón, por lo que los probióticos pueden ser un gran refuerzo de esta flora intestinal pero, ?qué son exactamente los probióticos? Son microorganismos vivos (bacterias) que, administrados en la cantidad adecuada, tienen efectos beneficiosos para la salud.

Hay 200 millones de neuronas en el intestino

Por mal que suene, nuestro intestino está plagado de bacterias que funcionan como un sistema inmunológico, necesario para combatir enfermedades externas. De hecho, el instestino delgado es considerado como el segundo cerebro del cuerpo humano, debido a su alto nivel de neurotransmisores que no necesitan pasar por el sistema neurológico para funcionar. De hecho, la flora es tan importante que su carencia puede estar relacionada con enfermedades como el parkinson, el alzheimer o la depresión, pues a su vez está vinculada con los niveles de serotonina.

Cuando, bien por la ingesta de antibióticos, por una gastroenteritis u otra enfermedad, nuestra microbiota intestinal se ve alterada, podemos reforzarla con alimentos naturales probióticos como estos: el yogur u, sobre todo el kéfir, que es un tipo de hongo con el que se elabora 'auténtico yogur', de sabrio agrio; las aceitunas, los pepinillos, el chucrut alemán, el queso crudo o las microalgas.

Cómo afectan a la flora intestinal

Uno de los grandes beneficios de los alimentos probióticos es que funcionan como un tratamiento contra la diarrea y sus efectos secundarios, como son la falta notable de hidratación.

Además, contribuyen a mantener una flora microbiana adecuada, actúan frente a los microorganismos dañinos , como la preservación de las barreras naturales del tracto digestivo, la producción de sustancias que impiden el crecimiento de los microorganismos nocivos, la reducción del pH del intestino, o la competición por los nutrientes con estos microorganismos y promueven la regeneración de la flora intestinal tras su alteración.