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Setenta y seis días de confinamiento en el epicentro chino de la epidemia de COVID-19 terminarán el próximo día 8 de Abril. El fin de las restricciones en Wuhan no oculta que la lucha contra el virus SARS-CoV-2 tendrá de seguir hasta encontrar una vacuna o una medicación que funcione. El miedo ahora son los contagios importados. En China y en Corea del Sur, con sistemas diferentes de lucha contra la pandemia, ahora son los portadores que vienes de fuera los focos de contagio. En Italia, el espejismo de una victoria ha dado paso a un nuevo repunte de contagios y muertes.
En Roma preocupa el rebrote de la epidemia. Este martes las autoridades italianas informaron de que se había roto la tendencia de dos días de descenso en los fallecimientos con un repunte de 743 nuevas víctimas en 24 horas, como en los peores días de las semana anterior.
En Corea del Sur, este martes las estadísticas recogían un vuelco en los contagios, se detectaron 100 nuevos casos, de los cuales 51 se originaron en el extranjero.
Era la primera vez que los casos importados superan a las infecciones producidas dentro del país asiático desde que se descubriera el gran brote en la región sureste el pasado 18 de febrero.
A diferencia de China y el resto del mundo, Corea no ha limitado los movimientos de sus ciudadanos y mantiene abiertas sus fronteras pese a la pandemia de coronavirus.
Pero desde hace cuatro días Corea somete forzosamente a análisis a todas aquellas personas procedentes de Europa o estados Unidos y les obliga a guardar una cuarentena de 14 días independientemente del resultado.
El caso de China es similar al de su vecino del sur. Las autoridades confirmaron que este martes no se habían registrado ningún caso de transmisión local de coronavirus este martes, la localidad de Wuhan --epicentro del brote-- incluida, mientras que se han confirmado un total de 47 casos importados en el resto del país.
Los casos importados ascienden a 474. De los 47 confirmados este martes, 19 se han registrado en Shaghái, cinco en Pekín y Guandong, cuatro en Tianjin y Fujian, dos en Mongolia interior, Jiangsu y Sichuan, mientras que Jilin, Zhejiang, Shangdong y Shaanxi han informado de uno.
El epidemiólogo Larry Brilliant, apuntaba a recientemente que encontrar una vacuna nos permitirá alcanzar lo que se conoce como "el anillo de oro del epidemiólogo”, es decir, se creará una “inmunidad colectiva” del 70 u 80 por ciento porque mucha gente ya se habrá infectado.
Esta teoría de la "inmunidad colectiva" no es nueva. Tras la conocida como 'gripe española' de 1918, los científicos escoceses William Ogilvy Kermack y Anderson Gray McKendrick, pioneros en la aplicación de modelos matemáticos a investigaciones epidemiológicas desarrollaron diferentes análisis para comprender la dinámica de las epidemias.
En sus investigaciones, Kermack y McKendrick, descubrieron que una epidemia no termina porque se queda sin personas vulnerables, sino porque a medida que aumenta la cantidad de infecciones se alcanza el umbral de la llamada "inmunidad colectiva".
Esa proporción depende de la facilidad con la que el virus se transmite de una persona infectada a una persona sana.
Así, cuanto más contagiosa es la enfermedad, mayor debe ser el número de personas inmunizadas para detenerla.
Antoine Flahault, director del Instituto de Salud Global de la Universidad de Ginebra, avisa de que aunque el fin de la etapa de contagio podría situarse en el momento en el que "una persona infectada infecta en promedio a menos de otra persona", lo cierto es que como parece que está pasado en China, Corea o Italia, la epidemia por COVID-19 "podría estar tomandose un descanso".
Y es que, según este experto, "las medidas de salud durante una epidemia son solo temporales "y cuando se relajan, la epidemia comienza de nuevo hasta que alcanza una inmunidad de rebaño ad-hoc, a veces durante varios meses o años".