España cierra uno de los tres años más secos desde 1961: "Viene un clima muy diferente al que conocemos”

  • Este año hidrológico, que arrancó el 1 de octubre y se cierra el 30 de septiembre, ha llovido un 25% menos de lo habitual

  • Con el calentamiento global, “la gran incógnita es la lluvia: llueve menos, pero con temperaturas más altas no sabemos lo que va a pasar”

  • Para mediados de siglo, “puede que veranos como el de este año sean habituales: esto sí que es una nueva normalidad”

Concluye el año hidrológico - se cerrará oficialmente en unos días, el 30 de septiembre- y el diagnóstico es claro: “Va camino de situarse entre uno de los tres más secos de la serie histórica, que arranca en 1961”. Rubén del Campo, portavoz de la AEMET, lo constata con datos que no dejan lugar a dudas.

Desde el 1 de octubre del año pasado, las precipitaciones acumuladas en España se cifran en 463 mm (a fecha 20 de septiembre). Ha llovido un 25% menos de lo habitual en ese periodo. “Está siendo un año muy seco en toda España, pero especialmente en el oeste, el nordeste y el sur de Andalucía”, explica el meteorólogo. “En la costa oriental de Málaga, costa de Granada y oeste de Almería, las lluvias no llegan ni a la mitad de lo normal”.

La situación es preocupante en Galicia, buena parte de Castilla y León, buena parte de Extremadura y el oeste de Andalucía. Y en el este de Cataluña, donde “la lluvia caída no llega ni a tres cuartas partes de lo habitual”, subraya Del Campo.

La península, invertida

“En cambio, en Levante ha llovido más de lo normal, algunas zonas del este han registrado el doble de lluvias de lo normal”. Además de lo alarmante de la situación general, esto último no deja de ser llamativo, como destacan desde hace meses los meteorólogos.

En las zonas que suelen ser más lluviosas – Galicia, el Cantábrico, Castilla y León, el oeste en general…- este año “estamos viendo un patrón atmosférico diferente”, explica Del Campo. “Las borrascas atlánticas están más ausentes”.

En cambio, “los temporales mediterráneos están más presentes. Tenemos la península al revés, con más lluvias en Levante y menos en el oeste”, constata Del Campo.

Agua embalsada: el mínimo en 30 años

De media, los embalses están al 33,5% de su capacidad. Es el registro más bajo en casi tres décadas. Para encontrar una reserva hidráulica inferior hay que remontarse a la sequía histórica de 1995.

“Apenas tenemos disponible un tercio de la capacidad de agua embalsada”, advierte el portavoz de la AEMET. Y ello a pesar de las últimas lluvias, que no han servido de mucho en ese sentido. “La entrada de agua no ha compensado la salida, y los embalses todavía han bajado un poco más”.

Afrontamos una sequía que lleva camino de ser histórica, como llevan meses advirtiendo los meteorólogos. Porque “para que se revierta esta situación, tiene que llover durante mucho tiempo y de manera abundante y generalizada”, y eso no parece que vaya a ocurrir. “Este escenario de sequía y calor podría continuar este otoño, que según las predicciones será más cálido y seco de lo normal”.

¿Sequía también en otoño?: “Ojalá nos equivoquemos”

La sequía meteorológica comenzó en invierno, a finales de febrero, y dura ya siete meses. La primavera acabó con sequía, “a pesar de las lluvias de marzo y abril”. El verano acaba con sequía. El otoño, que ha comenzado este viernes, ¿puede acabar igual?

“Las predicciones estacionales indican menos lluvia de lo habitual. Si el pronóstico se cumple, hay una probabilidad alta de que la sequía meteorológica persista al final del otoño”, asegura Del Campo. Aunque advierte: “Las predicciones estacionales para el otoño son más complicadas, no son tan precisas como las del verano. Hay más incertidumbre”. Y confiesa su preocupación: “Ojalá no se cumpla la predicción, ojalá nos equivoquemos…”.

España se aridifica

El hecho es que salimos de un verano extremadamente cálido, y enfrentamos un otoño que será seco y cálido también. La tendencia es preocupante. Y bastante clara, para meteorólogos y climatólogos. “España se aridifica, cada vez se hace más árida”, advierte Del Campo. “Llueve menos, y además llueve distinto. Los períodos secos son más largos, y los días que llueve, la lluvia es torrencial. Eso provoca más erosión, es lluvia que se lleva el terreno, en lugar de empaparlo”.

Explica que en la península y Baleares hay tres climas: frío, templado y árido. Pero “como consecuencia del aumento de temperatura que registramos desde los años 50 (1,4 grados), y debido también a una ligera disminución de las lluvias desde esa década (entre un 10% y un 12% menos), muchos climas templados se han transformado en climas áridos”.

Un clima árido es “aquel en el que predomina la evaporación, más que la precipitación. Los ecosistemas tienen menos disponibilidad hídrica, es decir, menos agua”. Y eso es lo que está ocurriendo con nuestro clima. La AEMET estima que el clima árido avanza, en España, a un ritmo de 1.500 kms cuadrados al año. Eso significa una superficie equivalente a la provincia de Málaga cada cinco años.

Para meteorólogos y climatólogos, todo este panorama es coherente con el proceso de calentamiento global cuyos efectos estamos viviendo desde hace dos décadas.

Evidencias del calentamiento global

El calor extremo de este verano, la falta de lluvias, la sequía meteorológica que se prolonga (y que no sólo afecta a España, también a buena parte de Europa), los récords de temperatura registrados en el Atlántico y el Mediterráneo, fenómenos extremos y anómalos como el huracán Danielle…, “todo ello, sumado, son evidencias de ese proceso de calentamiento”, apunta Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.

Un calentamiento que, “en España, tiene tres consecuencias claras”. Las explica:  

  • nuestro clima se hace menos confortable térmicamente: es cada vez más caluroso, y además tenemos un calor muy prolongado durante las noches (noches tropicales)
  • está cambiando la forma de llover: llueve cada vez menos días, y cuando llueve, lo hace de forma más intensa (pueden caer 100 litros por m2 en una hora, por ejemplo, y eso no son lluvias aprovechables)
  • cada vez son más frecuentes los eventos extremos (calor, granizo, temporales marítimos, lluvias torrenciales…), porque el clima pierde regularidad

Este año no ha hecho más que constatar todo esto. “Este año confirma esta tendencia. Se mantiene la misma tónica que en las dos últimas décadas”, asegura Olcina. “El proceso de calentamiento se está acelerando desde 2010 hasta ahora. Desde que comenzó este siglo, comenzaron a manifestarse evidencias, pero desde 2010 hay más fenómenos anormales - El Niño, borrascas explosivas, huracanes en latitudes anómalas…". ¿Por qué? "Porque se acelera el proceso”. El calentamiento global “no es un proceso regularmente lineal”, recuerda el climatólogo.

¿Cómo lloverá con 2 grados más?

Con respecto a la lluvia, Olcina explica que no todo está tan claro como con el aumento de las temperaturas. “La gran incógnita es la lluvia. Hay una tendencia de fondo, que llueve menos, pero con temperaturas más altas no sabemos lo que va a pasar”.

Si la temperatura aumenta 2 grados de aquí a finales de siglo, escenario más que probable ahora mismo, ¿qué implicaciones tendrá en las precipitaciones? “Es una incógnita, no está claro, pero el resultado nunca va a ser más favorable que lo que tenemos ahora. Es decir, la incógnita es cuánto de malo va a ser ese efecto en las lluvias, pero es seguro que no va a ser mejor de lo que tenemos”.

Porque, además, el climatólogo apunta que “aunque el objetivo es no superar los 2 grados a finales de siglo, los últimos informes dicen que en 2060 ya habremos superado los 2 grados. Y que, a finales de la década de 2030, estaremos en un aumento de 1,5 grados”. Olcina advierte de que “los efectos de este aumento de las temperaturas en la dinámica atmosférica pueden ser muy radicales”.

Esto no ha hecho más que empezar

Y esto no es algo que viene, advierte Olcina, sino que ya estamos en ello. “Estamos viviendo ya las primeras evidencias de este proceso de calentamiento”. Pero no han hecho más que empezar. “Nos aguarda un siglo XXI marcado por un cambio climático que cada vez va a presentar más evidencias y manifestaciones regionales. Los efectos que se están manifestando ya son graves, y van a ir a más”. Porque el proceso de fondo –las emisiones de gases de efecto invernadero- no se consigue frenar, recuerda el climatólogo.

Olcina no es nada optimista en relación con las proyecciones climáticas a medio plazo. “Ahora mismo, nos enfrentamos al peor de los escenarios: un clima muy diferente al que conocemos, con manifestaciones extremas que serán muy habituales”. Y en España, además, hay que tener en cuenta otro factor.

“España tiene una particularidad, que es el Mediterráneo”. Y un mar cálido, como el que hemos visto este verano, “agrava estos efectos todavía más”. De hecho, en los informes del IPCC sobre cambio climático se habla de la región mediterránea como un hot post, “uno de los puntos calientes del mundo”.

El verano ha sido un aviso

El clima que viene será diferente, advierte Olcina. Y el verano que dejamos atrás “ha sido un aviso”, un ejemplo de lo que viene, advierte Del Campo. “La temperatura media en junio, julio y agosto fue de 24ºC, es decir, 2,2 grados por encima del promedio. Ha sido un verano extremadamente cálido, el de mayor temperatura media de la serie histórica”, recuerda. Y esto es “un aviso de lo que va a ser habitual, probablemente, en unos 30 años”.

El meteorólogo explica que, “incluso en un escenario de emisiones moderado (no en el peor), las proyecciones indican que tendremos veranos 2 grados más cálidos de lo habitual”. Para mediados de siglo, “puede que veranos como el de este año sean habituales. Este año ha sido excepcional, pero serán tan frecuentes que lo excepcional será lo normal”. Del Campo es tajante. “Esto sí que es una nueva normalidad”.