8M: Madres, las olvidadas del feminismo

‘Maternar es un acto político’ es uno de los lemas más escuchados entre las madres feministas que defienden el vínculo intrínseco entre el feminismo y la maternidad, a pesar de que durante años han parecido ser conceptos disidentes.

Si para el feminismo precursor del movimiento actual la maternidad suponía una supeditación, en la actualidad son cada vez más las voces de mujeres que reclaman una maternidad feminista: exigen tomar el control de su cuerpo, romper con la maternidad ideal impuesta por el patriarcado y reivindicarse como sujeto político con derechos.

Es decir, una maternidad donde se tenga derecho a decidir sobre el embarazo, el parto, la lactancia y la crianza, donde se deconstruye la idea de madre abnegada que lo hace todo a la perfección para construir una maternidad real, y donde se demandan unos derechos sobre la conciliación.

La decisión de convertirse en madre y el conllevado proceso de crianza ha supuesto para muchas mujeres un constante juicio y la invisibilidad, pero siguen luchando por su espacio dentro del movimiento morado. Entre ellas se encuentran Elisa y Raquel, dos mujeres que viven y defienden la maternidad feminista.

¿Creéis que tiene cabida la maternidad en el feminismo actual?

Raquel afirma con rotundidad que la maternidad “es Feminismo, es una auténtica acción ante un sistema patriarcal, porque te saca del mercado, te inmoviliza, te hace dependiente, te muestra si tu sociedad cercana está o no está, te hace chocar con todas las formas adultas de cultura, te saca de los hábitos mundanos, te hace una inadaptada, no encuentras lugares saludables en todos los ámbitos para poder salir y socializar con tu cría, te sobreinforma y bombardea con ello sin criterio ni fuentes objetivas, y te demanda qué lo hagas súper bien y parezcas feliz cuando tienes que irte a buscar la vida y dejar a tu cría a km de distancia con menos de un año de vida”

La sociedad te demanda qué lo hagas súper bien y parezcas feliz cuando tienes que irte a buscar la vida y dejar a tu cría a km de distancia con menos de un año de vida

Por su parte, Elisa siente como “las madres hemos sido las grandes olvidadas de la sociedad y también del feminismo, no hay espacios para nosotras tampoco dentro de los círculos feministas (partiendo por una cuestión de conciliación). La forma de crianza que considero más natural, en la que se respeta el apego seguro y la diada mamá-bebé, es contraria a esa concepción del feminismo que aboga por que las mujeres ocupemos espacios sociales en momentos en los que lo que nos sale (al menos en los primeros años de maternidad) es estar más hacia dentro, hacia nuestros cuerpos, nosotras mismas y nuestros bebés”

¿En qué aspectos de tu maternidad te has visto más juzgada por el feminismo?

Elisa: “Cuando fui madre tuve una gran crisis existencial con el feminismo. Llevaba años trabajando en una asociación feminista, prácticamente toda mi vida ligada a las teorías y planteamientos feministas, y de pronto fue comenzar mi maternidad y sentir, por un lado, que estaba muy equivocada en algunas cosas y, por otro, sentirme juzgada por las grandes mujeres feministas que habían sido como mis guías durante unos cuantos años."

Me sentí juzgada por colechar y no dejar a mi bebé en otra habitación llorando, por dar la teta cuando tenía 9 meses, buscando esconderme de sus miradas de crítica

"Me vi renunciando a mi permiso de maternidad en favor de mi pareja porque creía que era lo mejor para él y para mí, cuando a los pocos días comprobé que esa decisión había sido totalmente errónea. Me sentí juzgada por colechar y no dejar a mi bebé en otra habitación llorando, por dar la teta cuando tenía 9 meses, buscando esconderme de sus miradas de crítica. Si supieran que a sus 5 años seguimos con lactancia no sé qué pensarían. Sentí que el feminismo (o estas grandes popes al frente de asociaciones históricas madrileñas) me acogía con los brazos abiertos mientras era una persona productiva pero cuando llegué a mi maternidad me dio la espalda por no ceñirme a esos mandatos contra los que realmente ellas mismas luchaban”

Yo en general no me siento juzgada, las mujeres con las que he convivido y luchado hasta ahora daban importancia a la crianza"

Un sentimiento diferente tiene Raquel, “yo en general no me siento juzgada, las mujeres con las que he convivido y luchado hasta ahora daban importancia a la crianza, nos visibilizaban cómo esas mujeres dedicadas a los cuidados mucho más precarizadas qué de por sí, las demás. Suelo encontrar cariño y apoyo mutuo. Reconozco que sí dentro de esa predisposición salían sentimientos contrarios, ya que muchas tenían que encargarse de mayor carga de trabajo para contrarrestar nuestra imposibilidad por estar cuidando de un bebé. De aquí surgía el debate de si el feminismo debía ser crítico con la maternidad, que alimenta un sistema patriarcal, el tema huelga de cuidados, etc. Es un debate duro y no consensuado por el feminismo.”

Como madre y feminista, ¿qué necesidades tienes?

Elisa: “Sobre todo, sentí la necesidad de que se me respetara como persona, que se respetasen mis decisiones porque eran mías, eran lo que yo quería y lo que me hacía sentir bien, aunque difiriese de lo que ellas consideraban correcto para mí. Sentí la necesidad de que se respetase esa diada mamá-bebé. En la actualidad, como madre de una niña de 5 años y feminista, siento la necesidad de tener espacios dentro de la lucha por la igualdad tanto para mí como para ella, que se respete lo que cada mujer quiera hacer siempre y cuando sea respetuoso con ella misma. Muchas veces los horarios son incompatibles o los espacios no dan lugar a la presencia de niños o niñas, que directamente pretenden ser borrados. De esa manera, lo que se borra es a nosotras mismas. Afortunadamente en los últimos tiempos estoy topándome con personas que ponen de manifiesto todo esto que yo sentí, me siento identificada con ellas y para mí es un alivio, la verdad.”

Muchas veces los horarios son incompatibles o los espacios no dan lugar a la presencia de niños o niñas, que directamente pretenden ser borrados

Raquel: “Yo personalmente mayor representación en nuestro sistema político, que sean reales esas medidas de conciliación que venden y qué ya huele a rollo electoralista, es todo mentira hasta ahora. Las ayudas socioeconómicas a la crianza deberían ser una medida urgente. También algo que añoro, son lugares presenciales de encuentro entre mujeres cuidadoras, dónde conversar en primera persona, aprender de las demás de sus experiencias, llegar a consensos con una misma en esta difícil tarea. Y además poder socializar a tu cría con otras personas en su misma etapa de desarrollo. Gratuitos, dónde puedan estar criaturas y madres juntos en las primeras edades y disponibles en todos los municipios o cercanos a casi todos”

¿Cómo definirías una maternidad feminista?

Raquel: “Yo la mía la siento así…Estoy tirando de mi tribu para poder acompañar a mi hijo en su primer año de vida. Doy lactancia a demanda y acompañamiento todo el tiempo, yo ya no produzco, no soy yo, soy una cuidadora absoluta qué hace la súper producción de criar un niño sano a todos los niveles que es el futuro. Creo que no es poco”

Elisa: “Una maternidad en la que se respete las elecciones de cada mujer sin ser ni sentirse juzgada. Si quiere dar teta, pues genial, que no quiere o no puede, pues genial, si quiere colechar hasta que su hijo/a vaya a la universidad, pues bien, que quiere que su bebé duerma por separado desde el minuto cero, pues bien, que quiere portear, pues estupendo, que prefiere trasladarle en un carro, pues maravilloso también”

¿Crees que la maternidad es solo un espacio para madres o debe ser algo en lo que se implique la sociedad?

Elisa no duda en que debe “ser algo en lo que se implique toda la sociedad”, al igual que Raquel, quien pone un pero: “no a toda costa y cediendo un poder que nos ha pertenecido y que nos pertenece. Mucho cuidado con coger ese poder y darlo la vuelta en pro al patriarcado y al capitalismo”

¿Qué aspectos reivindicativos feministas son los más necesarios desde el punto de vista de la maternidad?

Elisa: “La violencia obstétrica y la violencia estructural son reivindicaciones imprescindibles, como también la asignatura pendiente de la conciliación y la popularización de los cuidados. También creo que es necesario reivindicar el coste real de la maternidad y los cuidados, darle su valor económico como sustento de la sociedad, aunque para esto queda mucho por hacer”

Desde mi gestación yo ya he sentido la violencia obstetricia y luego también al nacer mi hijo en el sistema pediátrico

Raquel: “La violencia estructural para mí es una prioridad. La violencia obstetricia, otro gran asunto a tratar, nuestro personal sanitario está súper bien formado técnicamente, pero totalmente incompetentes en gestión emocional y trato con cuidados psicoemocionales. Desde mi gestación yo ya he sentido la violencia obstétricay luego también al nacer mi hijo en el sistema pediátrico. No tienen formación, ni tiempo ni ganas para explicar las cosas con sensibilidad, asertividad ni empatía”

Violencia obstétrica, ¿qué es?

La maternidad feminista tiene dos pilares principales contra los que lucha y pide que se incluyan dentro la agenda feminista: la erradicación de la violencia estructural y la violencia obstétrica.

La violencia obstétrica es la apropiación por parte del personal médico del poder de toma de decisiones de las mujeres en lo relativo a su embarazo y parto, como la inducción de este por conveniencia del médico, hacer cesáreas o episiotomías ‘por rutina’ o separarlas de sus hijos.

Este término también incluye otras prácticas como el maltrato físico, verbal o psicológico, la privación del derecho a la intimidad de las mujeres, el sobreintervencionismo o el abandono de las pacientes.

En 2014 la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un documento en el que, pese a que no se mencionaba el término como tal, sí alertaba del “trato irrespetuoso, ofensivo o negligente durante el parto” que sufrían muchas mujeres.

Atención a la salud mental perinatal

Otro de los grandes olvidados en la maternidad y que sigue siendo un tabú en la sociedad es la salud mental. La presión social de una maternidad idealizada donde todo es perfecto hace ocultar a la mayoría de las mujeres su sentir.

Según datos que recoge un informe de 'Conecta Perinatal', un 7% de las mujeres sufre depresión durante el embarazo y, entre el 11 y el 15%, trastornos de ansiedad.

En el posparto, un 14% de las mujeres tiene depresión y un 8% ansiedad. El documento refleja también que existe un elevado infradiagnóstico (entre el 50 y el 75%) de la depresión posparto, por lo que es necesario implementar estrategias que permitan su detección y su prevención.

Tal y como explica Rosa Mª Bayarri, representante de la Junta Directiva de Salud Mental España, "la depresión posparto es la patología más frecuente en la maternidad, pero el estigma y el miedo a las consecuencias llevan a la mujer a ocultar su situación de salud mental".

Esto conlleva un infradiagnóstico y hace que no se invierta en los recursos realmente necesarios, como la atención psicológica de progenitores y bebés durante los tres primeros años de vida".

La salud mental perinatal se refiere a los cuidados necesarios para el bienestar emocional y psicológico de las mujeres durante su período perinatal (es decir, concepción, embarazo, parto y posparto). Incluye la prevención, cuidado, apoyo, diagnóstico e intervención en las familias durante todo el proceso que rodea al nacimiento, y contempla además la importancia de establecer un vínculo saludable entre la madre, el bebé y la familia.

Soledad, falta de apoyo y desinformación

La soledad y la falta de apoyo a los que se enfrentan muchas madres pueden afectar a su salud mental en momentos especialmente vulnerables, como son el embarazo y el posparto, períodos en los que se puede sufrir un elevado nivel de estrés.

Natalia Valverde, psicóloga perinatal, coincide en que la etapa perinatal es, "para muchas mujeres, un momento de mucha vulnerabilidad emocional por los cambios que atraviesa cuando va a convertirse en madre, no solo físicos, sino también emocionales, psicológicos y de cambio de identidad".

Las mujeres no suelen pedir ayuda debido al sentimiento de culpa "frente al imperativo social de 'tener que' ser feliz en esta etapa"

Por ello, muchas mujeres, en torno a un 15 o un 20 por ciento, "pueden desarrollar cierta sintomatología más o menos grave". "Por ejemplo, un cuadro ansioso-depresivo o también por cosas que puedan suceder en ese momento, como un parto traumático o un duelo perinatal", ha expresado.

Finalmente, ha recordado que las mujeres no suelen pedir ayuda debido al sentimiento de culpa "frente al imperativo social de 'tener que' ser feliz en esta etapa", y debido también al miedo al estigma y a la dificultad para reconocer que la salud mental se está viendo afectada.

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