Silvia Marte, una fotógrafa murciana, ha lanzado un proyecto fotográfico donde ha retratado a 33 mujeres que han sufrido violencia obstétrica, aunque se ha marcado el reto de llegar a las 100. “Tengo testimonios de todas partes de España, Sudamérica, Italia, México y California, pero necesito financiación”. Dentro de su iniciativa, que comenzó en 2021, se encuentran testimonios como el de Rebeca. “A ella le hicieron una episiotomía hasta el ano que le provocó un prolapso de útero, vejiga y vagina. Es decir, es lo que sucede cuando tu suelo pélvico ya no es capaz de sostener tus órganos internos. Literalmente se te sale el útero y tus intestinos”, explica a Informativos Telecinco.
Según el Observatorio de Violencia Obstétrica de España, casi un 40% de mujeres ha sufrido este tipo de violencia. En algunos casos es tan sutil que se vuelve casi imperceptible para ellas. "En uno de los casos, María sufrió tanta violencia que cuando fueron a darle a su bebé, la rechazó con las manos. Ha necesitado nueve años para intentar sanar esa herida”, recalca. La fotógrafa afirma que muchas de las víctimas relatan situaciones en las que “comparten las mismas frases y emociones que una víctima de violación” porque esto se produce cuando “alguien hace algo con tu cuerpo que tú no deseas y para lo que tú no has dado permiso”.
Silvia Marte tiene claro que este problema es "estructural de una sociedad capitalista y patriarcal que prioriza la eficiencia y rapidez antes que el bienestar humano”. Por eso, reconoce la problemática que existe alrededor de los informes del parto. “Cambian tanto los turnos que cuando intentas llevan a cabo acciones legales te encuentras con que es tu palabra contra la suya. De las diez o doce personas que se pasearon por ahí, sabes que van a defender a su compañero y que tú no tienes a nadie porque, al hacerte la cesárea, tu pareja se ha quedado fuera y has acabado sola”, declara.
El silencio que hay bajo esta práctica se debe a la situación vulnerable que se encuentran las mujeres. “Cuando vives un parto o un aborto, las tareas más sencillas como alimentarte, la higiene o el sueño son un reto. Casi ninguna consigue reunir las fuerzas y la determinación para volver al hospital y poner una queja”. Las mujeres cuando llegan al parto, tal y como explica, necesitan la hormona oxitocina y lo que se encuentran al llegar allí es el aumento de la hormona del estrés, la opuesta a la necesaria. Marte defiende que no es complicado cambiar este tipo de situaciones. “Es una mano que te coja y que te diga que puedes tomarte el tiempo que necesites, algo muy humano que no sé en qué momento hemos perdido”, señala.
“He sido madre tres veces, he vivido la interrupción de un embarazo y me han realizado dos episiotomías que nunca sabré si fueron necesarias”, confiesa Marte. Con la espera de su primer bebé, ella quiso documentarse por su propia cuenta al ver que ni sus amigas ni familiares querían contarle nada. “Lancé una convocatoria en noviembre de 2021 para entrevistar a mujeres que quisieran contar sus experiencias y me encontré con una avalancha de testimonios donde, incluso, hubo tortura”, manifiesta. “Me llegó la historia de una mujer de Madrid que mientras le hacían la maniobra de Kristeller se escuchó cómo le rompieron tres vértebras. No ha podido volver a trabajar”.
Marte, al no saber cómo gestionar tanto dolor ajeno, realizó una fase de investigación para saber cómo tratar esta situación en su nuevo proyecto llamado Vulnerables. “Lancé una segunda convocatoria y ya pude retratar a todas esas mujeres que se han enfrentado a un juicio general y al de un entorno que desconocía que habían sido víctimas de este tipo de violencia”, añade.
La fotógrafa murciana recalca que no está en contra de las habilidades obstétricas porque “salvan vidas”. “El problema está en que estas habilidades se requieren solo en un 20% de los casos, es decir, en aquellos que se complican y son de alto riesgo”, explica. De ahí que las soluciones para esta problemática las tenga claras. Más matronas, perspectiva de género en las facultades, más inversión para tener instalaciones individuales (como las casas de parto) y un reciclaje para los sanitarios para que vayan acordes con el avance de la medicina.
De momento, quiere continuar y abarcar testimonios más diversos, que hayan sufrido violencia en procesos de inseminación artificial, para abarcar todas las perspectivas. “Quiero hablar con los sanitarios para saber por qué ejercen esta violencia y añadirlo en mi futuro libro y documental”, subraya.