El resultado es el esperado. España responde a la tradición y al imaginario creado desde el extranjero y Salou recrea durante unos días un gigantesco escenario, una ciudad-fiesta, en la que los jóvenes turistas invierten todos sus ahorros en diversiones a cortísimo plazo.
No todo son alegrías, pues hay muchos vecinos que no viven de esto y tienen la localidad prácticamente vedada durante este período; los que más, se quejan de la incontinencia etílica de algunos turistas que se acercan al perfil de lo que hemos conocido como 'hooligans'. Los destrozos, el ruido y, en general, el resultado de estas fiestas se atribuye generalmente al alcohol ingerido para tomar parte en estas.
Si alguien no puede negar algo es que Salou va a llamar la atención británica durante algunos días. Unos días de desenfreno que estos jóvenes no olvidarán en la vida... a no ser que repitan los mismos comportamientos en otros destinos turísticos...