A la edad de dos años, Sophie fue testigo de cómo un coche se estrelló en la guardería. Se quedó atrapada debajo el automóvil, que se prendió en llamas y la pequeña sufrió quemaduras de tercer grado en el 85% de su cuerpo. Estuvo en coma durante tres meses y también perdió una oreja, los dedos de su mano derecha y los pies.
Tras un tiempo de recuperación, Sophie salió adelante aunque las secuelas del accidente eran evidentes. Por desgracia, cuando la niña cumplió cinco años, la atropellaron cuando iba en su silla de ruedas mientras cruzaba una calle. Las consecuencias de este segundo accidente fueron un coágulo en el cerebro, un ataque cardíaco, fractura de mandíbula y de hombro, una lesión pulmonar y perder el sentido del olfato.
Ambos accidentes la obligaron a someterse a diversas cirugías, entre las que destacan varias operaciones para estirar el cuero cabelludo e implantarse folículos pilosos.
Ahora, con 17 años, Sophie se ha desafiado a sí misma y se ha sacado el carnet de conducir, demostrando que puede superar cualquier miedo. “Estoy a salvo siempre y cuando sea yo quien esté en el asiento del conductor y tenga el control. Me encanta conducir. Me gusta cómo me hace sentir. Me siento libre. Siempre me digo a mí misma que necesito actuar, hacer cosas y estudiar, pero también estoy aquí para vivir la vida y cuanto más ocupada estoy, mejor”, explica en declaraciones recogidas por Daily Mail.