"Cuando me abrieron, los médicos descubrieron que mi estómago no estaba, había explotado. Me dieron 15 minutos de vida si no hacían algo drástico", cuenta Samanta. "Incluso llamaron a científicos e investigadores para tratan de averiguar qué hacer, mientras la policía escoltaba a un médico especialista en trasplantes para salvar mi vida", cuenta.
"Sabía que me estaba muriendo. Cada vez que cerraba los ojos, recordaba toda mi vida", afirma Samantha. La joven fue trasladada al hospital universitario de su ciudad, donde los cirujanos reconstruyeron su estómago.
Tras la operación, tuvo que estar conectada a una máquina para poder sobrevivir aunque la estadística solo le da un 5 % de posibilidades de salir adelante. Unos días después el milagro sucedió y Samantha abrió los ojos. Sus primeras palabras fueron "estoy viva".
Según Samantha, está viva gracias a los médicos. Su problema comenzó cuando tras colocarse la banda gástrica perdió mucho peso y la banda se deslizó hacia su estómago. Al principio comenzó a tener molestias, pero los facultativos aseguraron que era simplemente acidez estomacal.
"A pesar de todo, no me gusta quejarme porque yo sol pensé que necesitaba la banda para estar en mi peso. Cuando sentí el dolor, pensé que me estaba muriendo", cuenta antes de explicar que es afortunada porque ha conseguido volver a su peso ideal. CGS