Pidiendo perdón a la familia. Así salía de la comandancia de Huelva el asesino confeso de Laura Luelmo: “¡Lo siento! Soy culpable. Pagaré por mi culpa. Le pido disculpas a la familia. ¡Lo siento!”, ha gritado al ver a las cámaras.
Llevaba cinco horas declarando ante la jueza, quien ha levantado el secreto de sumario. Cree que hay muchos motivos para enviarle a prisión provisional comunicada y sin fianza.
De momento, Bernardo Montoya se encuentra en la enfermería, con un régimen de vida restrictivo para evitar que se lesione o que otros presos puedan agredirlo.
“En este tipo de casos se le asigna un interno de confianza para conocer de primera mano tanto el estado físico como mental del interno”, explica José Juan Serrano, delegado provincial de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias.
Ni siquiera sale a comer. Todos sus movimientos dentro de la cárcel se producen bajo extrema seguridad. Si necesita realizar una llamada o recoger una notificación va acompañado por varios funcionarios.
Ahora, se le realizará un examen médico y psiquiátrico.
“Posiblemente la jueza considere oportuno el traslado en un espacio de tiempo a otro centro penitenciario por la dimensión social del crimen del que estamos hablando”, estima Serrano.
Además, el presunto asesino tendrá que buscar un nuevo abogado. El letrado de oficio que le acompañaba hasta ahora ha renunciado a su defensa.