El cambio de hora supone un ahorro marginal: "Se aprobó en una época muy distinta a la actual"

  • Los expertos consideran que el cambio de horario supone un ahorro energético marginal

  • La mayoría de ciudadanos consultados por la Comisión Europea en 2018 está a favor de un horario único

  • En España, el comité de expertos del asunto no llegó a una posición “unánime ni concluyente”

¿Tiene sentido seguir cambiando la hora antes del invierno y del verano? En la madrugada de este sábado 30 al domingo 31, el reloj se atrasará una hora: en la Península, a las 3 volverán a ser las 2, mientras que en Canarias a las 2 será la 1. Ante días cada vez más cortos y fríos, amanecerá más temprano y anochecerá también antes.

Es una medida del siglo XX, que España adoptó en 1974 en plena crisis del petróleo y que buscaba, como en el resto de Europa y en Estados Unidos, generar ahorro energético.

Más de 40 años después, con el precio de la electricidad apenas dando tregua tras varios máximos históricos, los expertos y la evidencia indican que el ahorro que supone es más bien modesto.

Un cambio de una época “muy distinta a la actual” que supone un ahorro marginal

“Conviene recordar que el cambio de hora se aprobó en una época muy distinta a la actual, con consumos de luz mucho más elevados y hábitos de vida que podrían afectar en mayor medida al consumo energético”, explican desde el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica.

“Sin embargo —agregan— la actualidad atiende a otra realidad, por ejemplo laboral, que se ha de tener en cuenta: las jornadas de trabajo han cambiado y el teletrabajo se ha ido extendiendo, lo que hace que las rutinas de la ciudadanía no coincidan tanto como antes en el mismo espacio-tiempo”.

Ante la falta de estudios más actuales, desde el IDAE citan el que la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo publicó en 2018. Las conclusiones son claras.

“El informe señala que, aunque los cambios estacionales de hora pueden producir ahorros, estos son marginales, y que no hay certeza de que los beneficios se obtengan en todos los Estados miembro. También indica que, aunque puede haber ahorros de energía en iluminación, no es tan evidente que ocurra lo mismo con la calefacción, que podría incluso aumentar su consumo”, explican.

Si se trata de ahorro energético, desde el IDAE creen que otras medidas (por ejemplo, “la sustitución de luces y aparatos por alternativas más eficientes”) son más relevantes que cambiar la hora.

La mayoría de ciudadanos europeos está a favor de eliminar el cambio de hora

El asunto no es estrictamente nacional. España cambia la hora dos veces al año, en marzo y en octubre, transponiendo una directiva que los 27 países de la Unión Europea deben cumplir. En esa línea, el debate comunitario apunta a eliminar el cambio de hora.

En una consulta de 2018, el 84% de 4,6 millones de ciudadanos encuestados señaló a la Comisión Europea que estaba a favor de un horario único, un apoyo que alcanzó el 93% entre los españoles.

A la pregunta de qué experiencia habían tenido, la mayoría de los europeos (76%) respondió que había sido negativa. La salud (43%) y la falta de ahorro de energía (20%) fueron las razones más frecuentes entre los partidarios de no atrasar ni adelantar más el reloj. En tanto, un 56% optaría por el horario de verano frente a un 36% que preferiría quedarse con el de invierno.

Bruselas fijó 2019 como el último año con cambio de horario, pero el plazo fue ampliado hasta 2021 para que los países decidieran entre el horario de verano o de invierno.

El comité de expertos del Gobierno no llegó a una posición “unánime ni concluyente”

En España, el Gobierno de Pedro Sánchez nombró un comité de expertos hace dos años para elegir uno de los dos husos. Sin embargo, no hubo acuerdo después de cinco reuniones. Los técnicos, informó el Ejecutivo entonces, no tenían una posición “unánime ni concluyente”.

Si Jorge Mira, catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Santiago de Compostela, decía a NIUS que era necesario adelantar o atrasar los relojes “para equilibrar la hora de levantarnos con la hora de la salida del sol”, la profesora María de los Ángeles Rol de Lama aseguraba que “lo mejor es no hacer más cambios de hora”.

“Lo hemos constatado en nuestro laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia. La situación ideal es aquella en la que el tiempo interno, el tiempo social y el tiempo ambiental coinciden”, indicó.

Coincidía con ella José Luis Casero, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles y otro de los miembros del comité, que pedía “un horario oficial más ajustado al solar”.

A la hora de elegir, tanto Rol de Lama como Casero preferían el GMT+1, el horario de invierno, que no representaba un ahorro energético significativo pero sí un impacto positivo sobre la salud.

La posición de la Sociedad Española del Sueño: a favor del horario de invierno

Es también la posición de la Sociedad Española del Sueño, que ya en 2018 señaló que estaba a favor de establecer permanentemente la hora de invierno, la que supone “una mayor exposición a la luz natural cuando la mayoría de las personas están trabajando o aprendiendo en la escuela”.

En un pronunciamiento oficial, la SES recordaba que el cambio, aunque es apenas de una hora, “altera el tiempo de exposición al sol durante el día y desequilibra al reloj interno, que tarda varios días en reajustarse”.

Vivir siempre en GMT+1, como ocurrirá a partir de la madrugada del sábado al domingo y hasta finales de marzo, facilitaría “tener más horas de sueño y un despertar más natural que coincide con el amanecer”. Por el contrario, un horario de verano permanente supondría falta de luz por las mañanas en invierno y un exceso de luz en las noches en los meses estivales.