En la circular, además, se detallaba cómo se va a administrar el castigo en caso de aceptarse. “Se llevará al alumno a una oficina con la puerta cerrada. El alumno colocará las manos sobre las rodillas o el mueble y se golpeará en las nalgas con un remo”, afirmaba el comunicado.
A pesar del bajo apoyo que ha obtenido la medida, la directora del centro, Julie Hawkins, está cumpliendo con la política. Según ha asegurado por correo al diario The Guardian, cree que esta es “una forma efectiva de castigo”. Además, la ley la respalda, ya que Georgia es uno de los 18 estados de Norteamérica donde el castigo corporal sigue siendo legal, y aunque muy pocas escuelas están autorizadas, hay alrededor de 100.000 estudiantes que los reciben.
Los datos federales de derechos civiles muestran que en torno a 4.000 estudiantes de todo Estados Unidos recibieron algún castigo corporal durante el curso 2013-2014. Una práctica muy extendida en Mississippi, donde más del 50% de los alumnos acuden a escuelas que usan remos u otro tipo de castigo físico.
Por ello, en el año 2016, más de 100 organizaciones, entre ellas la Asociación Nacional de Educación, la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) y la Asociación Nacional de Mujeres firmaron una petición para que los legisladores prohíban este tipo de prácticas.