Se trataba de unas pintadas contra el alcalde, el abogado consistorial y alguno de los concejales. También aparecieron pancartas colgadas en las calles contra cargos del Ayuntamiento. Hoy cobran especial relevancia en la investigación.
Una localidad bajo sospecha, deseando que cojan a los culpables. Los trabajadores del Ayuntamiento, mirados con lupa. Quién hizo las pintadas, quién colgó las pancartas o quién mató a Ardines sigue siendo una incógnita.
La tensión en este municipio de unos 14 000 habitantes se palpa en cada calle. Y mucho más en este camino desde que aquel 16 de agosto Ardines apareciera muerto aquí. Un político altruista, pescador de profesión, al que su intención de convocar plazas públicas de empleo le abrió varios frentes. Una misteriosa muerte a golpes en la que el silencio sigue siendo el protagonista.