Investigadores rastrean la presencia de humanos mediante sus excrementos

Informativos Telecinco 01/12/2012 09:30

No sólo el carbón de fogatas hechas por humanos o el polen de las plantas que cultivaban dan pistas sobre su actividad. Varios investigadores estadounidenses han determinado la presencia y el tamaño de poblaciones de hace 7.300 años en las islas Lofoten, un archipiélago noruego situado dentro del círculo polar ártico.

Los investigadores aseguran que este método podría utilizarse para distinguir qué modificaciones de la naturaleza están provocados por el ser humano y cuáles no. La revista Proceedings of the National Academy of Sciences ha publicado los detalles de este descubrimiento que puede revolucionar la arqueología.

Los científicos de la Universidad de Massachusetts en Amherst han descubierto marcadores más fiables para detectar la presencia humana que los hasta ahora conocidos. El coprostanol, un subproducto de la digestión del colesterol, fue usado por Robert D’Anjou en las islas Lofoten. Este elemento pasaba a los excrementos y de ahí a los lagos, lo que dejaba concentraciones concretas de moléculas.

Los marcadores de este material permitieron detectar variaciones en las actividades humanas en esta zona del norte de Noruega. Existió un paréntesis en la actividad entre hace 2040 y 1900 años y una posterior declinación a partir del 1750. "Este área se encuentra en el límite de la zona agrícola y pequeñas variaciones en la temperatura de la temporada de cosecha afectaría enormemente su habilidad para cultivar y popular el área”, explica D’Anjou.

Según los responsables de la investigación lo más interesante fue la posibilidad de distinguir entre actividades humanas o naturales en el entorno. En cuanto este estudio, D’Anjou tiene un actitud pragmática. "Es tan solo una cosa más que deja su marca en el medio ambiente", dijo, "y cosa buenas pueden llegar de los lugares más insospechados."

Estos descubrimientos podrían ser de utilidad para futuras investigaciones, asegura el profesor Raymond Bradley, director del Centro de Investigación del Clima de la Universidad de Massachusetts. "El estudio abre la puerta a otros estudios en los que no se maneja mucha presencia humana", añadió. "Creemos que tiene bastante potencial para posteriores aplicaciones en arqueología".