La Guardia Civil incauta 300 armas preparadas para disparar y vender a terroristas y narcos

Malena Guerra 12/12/2018 18:42

El problema de estas armas es a quién las vendían porque son muy cotizadas en el mercado negro para las células yihadistas. De hecho uno de los modelos incautados, de fabricación española, fue utilizado en un atentado en Francia, en el mes de marzo. Un policía muerto al que el agresor atacó a disparos en Carcasona, a unos kilómetros de Trèbes, antes de entrar también a tiros en un hipermercado.

España lleva más de 3.000 armas y 295 detenidos desde que se endureció la legislación. Es un ejemplo en Europa donde algunos países como Eslovaquia, hasta hace muy poco, permitía vender en internet a cualquier persona sin apenas exigencias de inutilización. Precisamente de ese país provienen algunas de las armas implicadas en atentados yihadistas en suelo europeo.

También el mercado negro es el lugar de abastecimiento para los narcotraficantes que ahora mismo van armados con subfusiles, muchos con silenciadores. Armas con las que se pueden disparar 1.200 balas en un minuto. Los narcos defienden sus alijos en las guarderías de droga y no dudan en disparar a las fuerzas de seguridad del Estado, pero sobre todo a otros narcotraficantes que pretenden dar vuelcos, robar sus alijos.

Cómo se detectó el arsenal

La Guardia Civil localizó este arsenal cuando detectó en internet una venta sospechosa. En una página de venta generalista pedían por un arma de 400 euros, unos 2.000. El precio se triplicaba y eso significaba que no podían ser un arma de colección. Eso disparó las alarmas. Cuando empezaron a vigilar al vendedor y al comprador, se dieron cuenta de que una vez centrada la venta ultimaban los detalles utilizando lenguaje convenido para no ser descubiertos. Hablaban de coches y piezas cuando en realidad estaban hablando de armas.

El hombre que vendía el arma era un vecino de Gijón que no tenía licencia de armas porque se la retiraron en 2009 al verse inmerso en un asunto de violencia doméstica. Pero tenía un amigo del campo de tiro que frecuentaba, y era este coleccionista el que poseía un taller donde reutilizaba las armas y la munición, usando la pólvora de los cartuchos de caza para cartuchería metálica. Así llegaron a un tercer coleccionista, traficante, con taller en Torrelavega y a otro comprador, en Madrid.

La Jefatura de Información de la Guardia Civil y el grupo de información de Gijón tienen un camino por delante arduo; investigar la procedencia de cada una de ellas. Tienen sus números de serie borrados o no están registradas en las bases de datos nacionales. Y tienen que saber la trazabilidad. Incluso la de las armas que han salido de esos talleres por el mercado negro, desde España a no se sabe dónde.