En concreto, los valores de la clorofila en el agua de la laguna han pasado del 2,03 de julio de 2017 al 1,08 del mismo mes de 2018, según ha publicado Europa Press. A esto, hay que añadir otros buenos datos como la mayor transparencia y la bajada de la turbidez en el agua en los últimos años.
"Estos datos reflejan de manera objetiva una evolución positiva de este ecosistema vivo y complejo que está en constante evolución", ha declarado el director general de Medio Ambiente y Mar Menor, Antonio Luengo. Además, ha añadido que el ecosistema del Mar Menor está recuperando su capacidad de autorregulación y amortiguación. Desde el organismo han asegurado también que creen que la laguna salada está capacitado para aguantar un posible aumento de las temperaturas.
Estos resultados llegan después de que el gobierno autonómico aprobara el pasado febrero la Ley de Medidas Urgentes para el Mar Menor. Con estas medidas, se pretende garantizar que la zona sea sostenible. Sin embargo, la mayoría de ellas no entrarán en vigor hasta el próximo 2019, lo que ha provocado la protesta de diversas organizaciones como Greenpeace.