En un primer momento, los familiares de la víctimas afirmaron que la menor sufrió un secuestro el 27 de octubre cuando se dirigía a un estanque junto a otras tres familiares. En la denuncia inicial, el escrito afirmaba que sus secuestradores tiraron su ropa y la obligaron a correr desnuda por la aldea.
Según afirma el diario Dawn, finalmente la familia cambió de versión y en esta ocasión aseguraron que arrastraron a la joven a una casa, donde rompieron su ropa, la golpearon y la privaron de su libertad.
El castigo de la menor fue producto de una infidelidad que llevó a cabo su hermano. Este tipo de castigos son comunes en Pakistán, donde más de 1000 mujeres al año son víctimas de estas de este tipo de decisiones que son tomadas por sus propias familias.
Estas reuniones son ilegales, pero a menudo representan la única forma de justicia disponible en las zonas rurales del país.