El Papa define la violencia en nombre de Dios como "una de las mayores blasfemias"
EUROPA PRESS
02/02/201814:00 h."Una de las mayores blasfemias es invocar a Dios para justificar los propios pecados y crímenes, para justificar matanzas, esclavitud, cualquier forma de explotación, opresión, persecución de individuos o poblaciones enteras", ha subrayado el Pontífice, durante su intervención en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano.
Por ello, ha llamado a los líderes de las religiones a detectar todas "las perversas formas de una religiosidad deformada" y a "desenmascarar cualquier intento de manipular a Dios para objetivos que nada tienen que ver con Él y con su gloria".
El Pontífice ha reiterado una vez más que Dios es "amante de la vida" y "no se cansa de amar al hombre" y por ello le exhorta "a combatir la violencia". Estas fueron algunas de las ideas que Francisco compartió durante su viaje a Egipto el 28 y 29 de abril de 2017.
"Son las religiones las que, principalmente, están llamadas hoy a llevar a cabo este imperativo porque, mientras nos encontramos en la urgente necesidad del Absoluto, es imprescindible excluir cualquier absolutización que justifique cualquier forma de violencia", ha añadido.
Para el Papa "la violencia es la negación de toda auténtica religiosidad". En este sentido ha instado a "denunciar las violaciones contra la dignidad humana y contra los derechos humanos", así como a sacar a la luz "los intentos de justificar toda forma de odio en nombre de la religión" y a condenar estas prácticas como "falsificaciones idolátricas de Dios".
El Papa ha insistido en varias ocasiones en su condena a toda violencia en nombre de la religión: "La violencia propagada y ejercida en nombre de la religión no puede más que desacreditar a la misma religión; como tal, debería ser condenada por todos y, con especial convicción, por el hombre auténticamente religioso, el cual sabe que Dios es todo bondad, amor, compasión, y que en Él no se puede otorgar espacio al odio, al rencor y a la venganza".
En este sentido, ha agregado que "es necesario mostrar, sin cansarse, que toda vida humana tiene en sí misma un carácter sagrado, que merece respeto, consideración, compasión, solidaridad, con independencia de la etnia, la religión, la cultura, la orientación religiosa o política".
Además, el Papa ha precisado que no pertenecer a ninguna religión "no resta dignidad" a la persona pero ha añadido que ser de una determinada confesión no concede tampoco "derechos adicionales".