La convivencia tenía lugar a las afueras del municipio en un lugar sin luz eléctrica y en estado de deterioro. El afectado, identificado como Antonio, no tiene trabajo y consigue a duras penas salir adelante con el dinero que consigue pidiendo en la entrada de algún supermercado, según ha señalado la protectora en una nota.
En este sentido, la entidad ha señalado que el cuidador de los perros carecía de recursos económicos para hacer frente a la alimentación de los animales y su atención veterinaria. Asimismo, sus ausencias durante varios días producía conflictos entre los vecinos, por los ladridos de los perros, que además habían colmado de excrementos el patio de la infravivienda.
Así, ante la inminente orden de desahucio que iba a tramitar el Consistorio abderitano, un grupo de vecinas consiguió que Antonio accediera a que la protectora se hiciera cargo de los canes para darlos en adopción. "Antonio, que no tendrá recursos pero amor por sus perros no puede tener más, comprendió que por muy dolorosa que pudiera resultar la separación, era lo más conveniente", han señalado desde la protectora.
"El caso de Antonio es lo que normalmente se denomina como Síndrome de Noé, personas que sufren por el peligro que corren los animales abandonados, y acogen a todos aquellos que encuentran, sin tener en muchas ocasiones, los medios para mantenerlos en condiciones óptimas", han añadido desde la entidad.
Con esto, han recordado que son las administraciones las que "tienen la responsabilidad y los medios" para hacerse cargo de los animales abandonados aunque "de momento la única medida que siguen aplicando para acabar con el abandono es sacrificar legalmente a los animales que recogen", ha dicho el presidente de El Refugio, Nacho Panuero.