Sin noticia de los rastreadores en la tercera ola: España sigue sin trazar la mitad de sus casos

  • Mientras la tercera ola pulveriza récords de contagios, comunidades como Madrid, el País Vasco o Cataluña rastrean menos del 30% de sus positivos

  • "Ni en plan de vigilancia ni en plan de atención sanitaria se está dando abasto", señalan profesionales sanitarios

  • Los expertos estiman que el sistema de rastreo debe estar preparado incluso antes de que haya un nuevo descenso en la incidencia

Fue uno de los temas más discutidos desde el final del primer estado de alarma, durante la desescalada y ya inmersos en la segunda ola. Superado el primer embate del virus, los rastreadores debían funcionar como muro de contención y vigilancia de la enfermedad en momentos de baja incidencia. Los expertos recomendaban 1 por cada 5.000 habitantes para que las cadenas de transmisión estuvieran al alcance. Sin embargo, los contagios batieron récords en la segunda parte del año, la llegada de las vacunas supuso un cambio de foco y no hubo muchas más noticias del rastreo.

En momentos en que la pandemia vuelve a poner contra las cuerdas al sistema sanitario, una buena parte de España no logra trazar más del 50% de sus casos. Según el último informe de seguimiento de Sanidad, comunidades como Madrid, el País Vasco o Cataluña rastrean menos del 30%, mientras que Andalucía o Valencia solo llegan al 50% y solo regiones como Galicia o Cantabria alcanzan el rango de 80%. A falta de datos oficiales sobre el número de rastreadores, esas cifras apuntan a capacidades limitadas, para las que además no hubo criterios precisos y comunes.

"Hubo 17 carreras diferentes y nunca quedó muy claro", dice José Jonay Ojeda, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS), que piensa en el rastreo a partir de un símil: una casa que va inundándose. "Es, digamos, lo que evita que se te formen los primeros charcos. Eso sería el sistema de rastreo. Pero cuando hay tanta agua, no da abasto. El sistema funciona cuando tenemos la incidencia acumulada bajo control", agrega el experto.

A pesar de una ligera bajada en noviembre, el descenso de la incidencia no fue suficiente ni cercano al de la primera ola. "Hemos seguido empantanados, con el agua hasta las rodillas", expone Ojeda. Los rastreadores dieron paso pronto a otras contenciones más urgentes: las camas de los hospitales, las unidades de cuidados intensivos. "A medida que han ido aumentando los contagios, al igual que en los hospitales, los recursos son los que son en atención primaria y en salud pública y terminan saturándose", señala.

"Ni una sola llamada de rastreadores": apenas tres contactos identificados por caso en las últimas tres semanas

Si el país no rastrea extensivamente, identifica en consecuencia pocos contactos alrededor de los positivos. El último informe del Instituto Carlos III sitúa esa cifra en solamente en un promedio de dos contactos identificados por contagio desde mayo. En las últimas tres semanas, el número apenas asciende a tres, en tanto que los casos sin contacto conocido con coronavirus suponen un 38,4% del total en ese periodo. Con esta carencia, según los expertos, será imposible contener la muy contagiosa cepa británica del coronavirus.

"Ni una sola llamada de rastreadores", dice Julia, una historiadora de Madrid, que pasó el coronavirus junto a su pareja recientemente. Los sanitarios solo la llamaron una vez para preguntarle por su estado y algunas veces más a su esposa, que presentaba síntomas más fuertes. Pero nadie preguntó por contactos estrechos. Tampoco a Marta, cuyo marido contrajo la enfermedad. Tanto ella como sus hijos dieron negativo en las pruebas, un resultado que les fue comunicado por hasta tres personas distintas (incluido un rastreador). De los contactos (de ella, de sus hijos, de su marido), nada.

Para María José García, portavoz del sindicato de enfermería SATSE, la falta de recursos a nivel asistencial tiene un reflejo evidente en la capacidad de trazar casos, a pesar de que el objetivo es "hacer la vigilancia epidemiológica y la atención al ciudadano más exhaustiva". Sin embargo, con el nivel actual de casos, "ni en plan de vigilancia ni en plan de atención sanitaria se está empezando a dar abasto".

Asumido de "manera intrínseca" por los centros de atención primaria, el rastreo ha enfrentado otros problemas como una progresiva recuperación de la vida social. "Los convivientes los puedes tener más o menos vigilados porque suelen ser fijos, pero ha sido más complicado a la hora de ver las relaciones fuera de su ámbito normal de convivencia, y más en este periodo de navidad", dice la portavoz, que apunta a un "hartazgo social" hacia la enfermedad. "Estamos perdiendo el miedo y eso no deja de ser un problema", expresa.

Un asunto sin muchas cifras oficiales en las CC. AA.

A principios de noviembre, el observatorio Actuar Covid señaló que ningún centro de salud en la Comunidad de Madrid tenía adscritos rastreadores, si bien en octubre la Consejería de Sanidad afirmaba que había que la cifra estaba "en torno a los 1.600", con cerca de 527 personas contratadas exclusivamente para la tarea (tras adjudicar la contratación a una empresa privada en el verano), además de 150 rastreadores militares de los 2.400 desplegados en todo el país.

En el caso de Cataluña, la Generalitat firmó un contrato con la empresa Ferrovial para tener hasta 800 rastreadores, aunque rescindirá ese vínculo el 31 de enero y prevé contratar entre 450 y 750 personas que trabajarán en la nueva gestión de la Agencia de Salud Pública catalana. Según el Govern, los nuevos trabajadores se sumarán a los "más de 3.000" con los que esa comunidad cuenta actualmente para la tarea.

Andalucía, en tanto, cifraba en 9.073 su número de rastreadores en noviembre, aunque solo 953 con dedicación plena, según señaló Jesús Aguirre, el consejero andaluz de Sanidad, durante una sesión de control. El número no estuvo exento de críticas, ya que (como detalló entonces el propio Aguirre) al menos 2.000 de esos profesionales realizan rastreo a tiempo parcial, además de sus funciones y horario habitual como sanitarios.

En Galicia, el propio Nuñez Feijóo informó que había 700 rastreadores dedicados exclusivamente a trazar casos, además de los 5.600 profesionales de atención primaria, después de varias preguntas sobre el tema por parte de la oposición.

Trazar los positivos seguirá siendo necesario a pesar de las vacunas (y de la tercera ola)

Ya sea en Madrid, Galicia, Cataluña, Andalucía u otras comunidades, es difícil acceder a datos precisos más allá de comparecencias, declaraciones o estimaciones públicas. "El tema ha salido del foco mediático y por tanto tenemos poca información para saber qué es lo que está pasando", expresa Ojeda.

La tercera ola dejó una sucesión de récords de contagios y más de 200.000 casos esta semana, además de una incidencia acumulada que ya superó el máximo de la segunda ola. Y el pico todavía está por llegar. En esa óptica, la trazabilidad de los casos será, si cabe, aún más importante.

"Lo que los profesionales de salud pública pediríamos es que las autoridades no esperen a que esto baje, el sistema de rastreo debería estar preparado incluso antes de que haya un descenso, es la garantía que tenemos de que [una baja incidencia] se mantenga", pide el experto.