Cada año fallecen 30.000 personas en España por paradas cardiorrespiratorias y la utilización de estos dispositivos incrementan en un 70 por ciento las probabilidades de recuperarse tras un paro cardiaco.
De hecho, si al lado de cada extintor hubiera un desfibrilador y personas con conocimientos mínimos en reanimación, se estima que podrían salvarse más de 4.500 vidas al año.
La velocidad de actuación ante estos episodios es vital y los cinco primeros minutos son decisivos. Hace unos meses en el Tribunal Supremo murió un trabajador tras sufrir una parada cardiaca, y la presencia de un desfibrilador en las instalaciones le podría haber salvado la vida.