Encontrar este mercado es relativamente fácil, basta con darse una vuelta por las diferentes webs de anuncios de trabajo para encontrarlos. Llamamos nos citamos con uno de estos vendedores de papeles haciéndonos pasar por un inmigrante irregular. Sabe que su actividad es ilegal, por lo que al lugar en el que nos citamos acude escoltado por dos forzudos que no paran de dar vueltas alredor del punto de encuentro.
Mientras ellos vigilan constantemente el entorno, el cabecilla del grupo nos expone cual va a ser el proceso para que nosotros podamos regularizar nuestra situación: su mujer alemana nos contratará y partir de ahí podemos empezar a mover papeles. El precio: tres mil euros.
Este el mercado para que acuda gente como Armando empujado por una situación desesperada. Es de Bolivia, allí este economista tenía un puesto de alta dirección como auditor del Estado. Pero, como suele ser costumbre en muchos países de Hispanoamérica, cuando entra un nuevo gobierno no sólo los cargos políticos van fuera, también los funcionarios de carrera. A esto se suma la muerte por accidente de circulación de su hermano y cuñada. Tenía que hacerse cargo de sus tres sobrinos. Viene a España en busca de una vida mejor y con un capital para poder empezar. De eso hace cinco años. Pero esto es lo que se encuentra: estafadores.
Le encargaron pintar un colegio, pactaron el precio 36.000 euros. Armando tenía que poner materiales de su parte. Terminó el trabajo pero el que le contrató no le pagó. Además, como él señala, "se escudan en como somos irregulares no vamos a ir a la Policía a denunciarles porque nos pueden expulsar". Pero a ese engaño siguieron otros más y con el mismo desenlace: la indefensión. Al final, los cinco años que lleva en España se pueden resumir en que sigue sin papeles y sin un trabajo con el que puede enviar dinero a sus sobrinos. De hecho, ya lo pasa mal para pagar los cien euros que le cuesta el alquiler de habitación.
Sin embargo, no siempre es necesario acudir a un Comisaría para denunciar hechos como éste. Como bien apunta María José también se puede hacer a través de la inspección de trabajo, que garantiza por ley, la confidencialidad de la denuncia.
A Armando, su desesperación le hizo sondear la posibilidad de poder comprar un contrato de trabajo pero tampoco era fiable. Le pedían dinero por adelantado y en algunos casos las sumas ascendían hasta los 5.000 euros.
En otros casos, a Armando, le aseguraban que estaba de alta en la seguridad social pero la realidad es que ésta nunca se producía. De hecho, para evitar este engaño, la Secretaría de la Seguridad Social ha puesto en marcha un sistema infalible y alcance de todos. Si usted, como trabajador, quiere saber cuando está dado de alta y cuando de baja, basta con que se acerque a una oficina de la seguridad social. Allí, rellenando un simple formulario en el que deja su teléfono le podrán comunicar por mensajes a su móvil cuando se producen su altas y sus bajas, sin esperar a que su jefe se lo diga. Son medidas que quieren evitar con un fraude que nos perjudica a todos. Porque somos todos los que lo pagamos.
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