Cómo elegir sandía y melón para que estén en su punto
Sandías y melones nos traen de cabeza cada verano porque a la hora de comprarlos no siempre acertamos con el punto óptimo de maduración
Te damos las claves para que no los compres demasiado verdes ni cuando ya estén muy pasados
Sin duda, la sandía y el melón se encuentran entre los protagonistas del verano. No es para menos. Son frutas dulces, jugosas, refrescantes… y también muy particulares. Por ejemplo, son las más grandes que encontramos en las fruterías. Eso hace también que sean muy pesadas, lo que se nota en el precio. Así que antes de gastarnos cinco o diez euros en un melón o una sandía, nos lo pensamos bastante: miramos, remiramos, cogemos, tocamos… Todo ello para intentar comprobar si están en su punto. Y es que otra de las particularidades de estas frutas es que su aspecto no nos indica claramente el estado de maduración en el que se encuentran. O al menos, no de forma tan evidente como sí puede ocurrir en otras frutas como los melocotones o los plátanos, que tienen tonos verdes y una consistencia muy dura cuando aún no están maduros.
Afortunadamente sí hay algunas pistas que nos permiten saber si las sandías y los melones están en su punto.
Lo primero: observar su aspecto
De entrada, el aspecto que tenga la sandía o el melón ya puede orientarnos mucho sobre su estado de maduración. En el caso de la sandía, la piel debería ser mate. Si tiene brillo es síntoma de que aún no está del todo madura. Además es importante que nos fijemos en el color de la mancha que presenta en la piel. Esa parte es la que ha estado apoyada sobre el suelo durante su crecimiento y puede darnos una pista importante. Debería ser de color crema o amarillenta. Si es blanca o muy pálida, es síntoma de que la sandía aún no está madura, mientras que, si es de color amarillo demasiado intenso, es probable que esté pasada.
En el caso del melón piel de sapo, esa mancha también puede orientarnos de forma parecida. Además, podemos fijarnos en las rayas que presenta sobre la piel. Normalmente cuanto más “escrito”, más maduro estará. En otras variedades de melón, como cantalupo o galia, la mejor pista podemos encontrarla en el color de fondo. Este no debe ser verde, sino amarillento o dorado. Además, en el melón galia, la red o malla que está “escrita” sobre la piel, debe estar bien marcada.
El peso es fundamental
Coger el melón o la sandía también puede darnos una pista importante porque las piezas maduras contienen más agua que las inmaduras. Eso significa que debemos elegir las que nos parezcan pesadas para el tamaño que tienen.
Comprobar la consistencia
Es muy posible que hayamos visto alguna vez cómo los fruteros golpean suavemente las sandías con sus nudillos para conocer su estado de maduración. Es otra de las pistas que puede orientarnos. Al hacerlo, no deben tener un sonido apagado o sordo, sino tenso, hueco y profundo. Esto es señal de que la sandía está tersa y jugosa, con una importante cantidad de agua.
En el caso del melón podemos presionar ligeramente la parte opuesta al tallo (con mucho cuidado para no deteriorarlo). Si está muy dura y no cede, significa que el melón aún está inmaduro, mientras que, si esa parte está demasiado blanda, quiere decir que está pasado. Es decir, al presionar, debería ceder ligeramente, pero no demasiado.
El aroma también es importante
En el caso del melón, sobre todo en las variedades más aromáticas, como cantalupo o galia, el olor también es una pista que nos puede orientar mucho. La parte del melón que estuvo unida al tallo, debería tener un aroma dulce, fragante y afrutado. Si no huele a nada, lo más probable es que esté verde. Y si tiene un olor demasiado fuerte o desagradable, es probable que esté pasado.
Siempre es mejor preguntar a una persona experta
Con todas estas pistas podemos hacernos una idea del estado de maduración de las sandías y los melones, sobre todo en situaciones donde no tenemos cerca a una persona experta a la que poder preguntar, como puede ocurrir en supermercados e hipermercados. En fruterías y mercados, la cosa cambia porque ahí normalmente sí podemos contar con ese asesoramiento. En estos casos, normalmente lo mejor es dejarnos aconsejar porque, como se suele decir, la experiencia es un grado.