DE SAINT MARTINS A LE CORDON BLEU

Paula Casado, la madrileña que cambió Nueva York y la moda por las recetas: "Cocino de la manera más didáctica posible"

La madrileña Paula Velasco, siempre ready para cocinar. @pcvelasco
Compartir

Ella no lo sabía. La Paula Casado de hace 13 años, ahora nominada al GenZ Award en la categoría ‘Gastronomía by Oscar Mayer’, ni siquiera se podía imaginar que un buen día terminaría tomando la decisión de dejar su piso de Brooklyn y abandonar el mundo de la moda. La vida con la que siempre había soñado se esfumaba de un portazo. Y hoy no se imagina haciendo otra cosa que no sea cocinar, cocinar y cocinar. Porque eso es básicamente a lo que se dedica en su perfil de Instagram, donde ya son más de 100.000 los seguidores que ponen a prueba unas recetas que están al alcance de todos. Y precisamente ese es el motivo que nos ha llevado a citarnos con ella en un restaurante donde bordan esa cocina castiza y de producto que tanto admira esta madrileña del barrio de Las Vistillas.

Como era de esperar, el flechazo entre nuestra invitada y el centenario horno de leña de El Pedrusco de Aldealcorvo (C/ Juan de Austria, 27) fue casi inmediato. Y es por ello que le pedimos que nos recomendase tres recetas sencillas -a la par que irresistibles- para preparar en el horno. Superada la prueba (el vídeo de abajo así lo demuestra), la invitamos a sentarse a la mesa con un único objetivo: que tú puedas conocer en profundidad a la persona detrás del perfil @pcvelasco, esa joven que hace tres años cambió su carrera como estilista por un delantal impoluto con el que cada vez se siente más cómoda y, lo más importante, mucho más feliz.

PUEDE INTERESARTE

Tienes más de 100.000 seguidores, pero seguro que la mayoría no sabrían responder a esta pregunta: ¿Quién es Paula Casado?

De profesión, soy arquitecta de interiores. Lo que pasa es que nunca ejercí porque no era mi vaina. Más allá de eso, te diría que siempre me ha encantado cocinar, lo llevo haciendo toda la vida, pero en ningún momento lo vi como una opción laboral seria. Por eso estudié una carrera, aunque luego nunca me dediqué a ejercerla, y luego me metí en un máster de comunicación de moda en el IED. Porque yo siempre me había querido dedicar a la moda, y de hecho lo hice durante 10 años, lo que pasó es que llegó un punto en el que me cansé. Pero estuve muy metida, cuando estudiaba la carrera me iba los veranos a Londres a estudiar en Saint Martins. Era algo que me encantaba, pero llegó un momento en el que empecé a no sentirme realizada con lo que estaba haciendo.

PUEDE INTERESARTE

Y pensaste: fin de ciclo.

Sí, pensé que había tocado techo. Yo siempre había querido vivir en Nueva York y ser estilista, e hice ambas cosas. Lo que pasaba es que ya no me estaba haciendo tan feliz como yo pensaba que me iba a hacer. No me veía a futuro haciendo eso todos los días de mi vida, y eso fue lo que me removió por dentro y me llevó a plantearme que, a lo mejor, tenía que buscar otras cosas que me hicieran un poco más feliz.

¿Es entonces cuando descubres que tu verdadera pasión es la cocina?

Por aquel entonces yo vivía en Nueva York, pero me pasé toda la pandemia en Madrid, así que cuando volví me di cuenta de que el trabajo que hacía era como súper comercial, estaba muy estancada a nivel creativo… Y decidí que quería tomarme un break porque justo coincidía con la Navidad y no quería pasarla sola en Estados Unidos. Así que, estando en Madrid, me planteé estudiar tres meses de cocina, por ver qué pasaba, para luego ya volver a Nueva York renovada. Estaba convencida de que me iba a venir bien ese parón y que luego volvería a lo mío. Me metí en Le Cordon Bleu y, después de estar tres meses, aquello me supo a muy poco. Fue cuando me di cuenta de que era eso lo que había querido hacer toda mi vida. En ese momento lo sentía así, era como una cosa muy visceral (risas). Así que después de los tres meses de cocina francesa fui a por el diploma de cocina española, que es algo que solo se da en la sede de Madrid.

Todo apunta a que acertaste al tomar esa decisión.

Por supuesto, creo que es muy diferente si te metes a estudiar en Le Cordon Bleu ya de adulto. Si tomas esa decisión en una etapa de tu vida en la que eres consciente de lo que valen las cosas y te das cuenta del privilegio absoluto que es poder entrar a estudiar allí, es como ir a Hogwarts (risas). Es increíble, porque vas todos los días a que te enseñen algo que te gusta hacer con los mejores profesionales del país. Es la mejor escuela de cocina del mundo, ellos son muy metódicos y todo allí es muy serio, pero yo lo disfruté muchísimo. No es como cuando vas al colegio, aquí vas absorbiendo todo como una esponja casi sin darte cuenta.

¿Y una vez acabas tus estudios de cocina te lanzas con tu perfil de creadora de contenido en redes?

Antes de eso, como puedes elegir cualquier restaurante de España para hacer las prácticas, yo decidí irme a Nueva York, porque es donde estaba mi pareja de entonces. Así que busqué las prácticas en el Grupo Dani García, que abría un restaurante en allí, y me fui a trabajar con ellos. A los pocos meses de estar en esa cocina, me di cuenta de que ya había aprendido un montón y sentía la necesidad de hacer algo con todos esos conocimientos que había adquirido. Y empecé a subir cosas a redes poco a poco. Empecé en TikTok, que creo que es algo que hacemos todos, porque ahí no te conoce nadie. Y un año y medio después me pasé a Instagram, ya no me daba vergüenza lo que hacía. Parecía que a la gente le gustaba y, en realidad, no estaba haciendo nada ridículo. Me dedicaba a cocinar de una manera lo más didáctica posible, aprendiendo sobre la marcha porque nadie sabe nada cuando empieza en esto… También me ayudó mucho el ver que a mis padres les parecía bien, porque al principio te da mucho cringe interno, claro, pero yo ya tenía como 5.000 seguidores en Instagram de cuando trabajaba en moda y tenía muy claro que no quería empezar una cuenta de cero. Y sé que algunos de aquellos seguidores siguen ahí porque me han comentado en alguna ocasión que alucinaron con el cambio de registro que hice.

Ahí ya tenías claro que era esto a lo que te querías dedicar.

Lo que sabía era que no quería trabajar en un restaurante (risas). Lo hice en su momento porque consideré que era necesario tener ese conocimiento, pero sabía que ese no sería mi destino. Sobre todo porque me pilló con cierta edad, si me pilla con 18 años, siendo una tía tan competitiva, seguro que hubiera hecho todo lo posible por montar mi propio restaurante y conseguir una estrella Michelin. Pero es que eso es algo que precisamente decidí cambiar después de trabajar en el mundo de la moda, era tan competitiva que me frustraba mucho el no conseguir las metas que yo me había propuesto. Si decidí cambiar de carrera era porque quería ser feliz. No quería volver a meterme en el loop de conseguir una estrella de aquí a tres años porque me iba a quemar igual que me había quemado la moda.

No eres la primera que descarta la idea de abrir un restaurante y opta por la creación de contenido gastronómico en redes.

Es que meterse en una cocina todos los días es una historia... Yo no descarto montar algo, de hecho tengo varias ideas, pero siempre desde la perspectiva de no estar en el día a día de la operativa. Quiero que sea un concepto mío, con una carta diseñada por mí… Pero no hacer las preps (preparar la comida con antelación), ni dar todos los servicios. Yo quiero ser el chef ejecutivo a nivel de desarrollo de idea, quiero que sepas que esto lo he creado yo, pero no pienses que yo te voy a dar de comer todos los días. Y, efectivamente, la creación de contenido es un mundo muy cómodo. Trabajo desde casa, elijo mis propios proyectos, elijo el camino creativo que quiero tomar de cara a las marcas, nadie me impone lo que tengo que hacer, me contactan por lo que hago, no por lo que quieren que haga, tienes tus propios horarios, una conciliación absoluta… A mí ahora el viernes a mediodía se me cae el boli (risas) y el lunes por la mañana volvemos a empezar, nunca trabajo los fines de semana. Algo que trabajando en hostelería sería impensable.

¿De dónde te viene esa pasión por la gastronomía? ¿Tus padres solían cocinar mucho en casa?

No especialmente. Mi madre, de hecho, es muy mala cocinera (risas). Está feo que yo lo diga, pero ella lo sabe. Mi padre cocina bastante bien, pero ninguno de los dos solía guisar de diario, más bien el sábado o el domingo. Digamos que esa cultura gastronómica no me la han inculcado mis padres. Ni siquiera mi abuela, que también cocinaba bien, pero tampoco la veía todos los días. Yo creo que a mí siempre me ha gustado cocinar porque he comido bien toda mi vida, he viajado muchísimo, gracias a Dios, mis padres me han llevado desde pequeña a muchos sitios… Y creo que por eso he tenido el paladar muy desarrollado, pero no porque lo haya mamado en casa. Al final, esto va de tener un paladar inquieto, hay gente que se tiene que esforzar para desarrollar el paladar y otros tenemos más facilidad de manera innata.

En tu perfil de Instagram vemos contenido muy original, y no hablamos solo de las recetas.

Es que siempre tengo la necesidad de intentar diferenciarme. Esto va a la velocidad del rayo, si miras el contenido que publicaba hace dos años… (risas) Hay que estar constantemente cogiendo estímulos, estar pendiente de qué se lleva, la manera de editar... Tienes que ser más rápida y más atractiva si quieres que tu contenido mejore. Todas vamos constantemente aprendiendo sobre la marcha. Mi meta para el año 2026 es que se perciba mejor mi personalidad a través de los vídeos porque creo que eso es lo que me va a abrir más puertas laborales a futuro. Llámalo tele, llámalo libro, llámalo marcas de lifestyle... Yo sé que la gente ya se fía de cómo cocino, gracias a Dios, y pienso que tengo una estética bastante amable, pero creo que ahora es el momento de dejar entrever más mi personalidad. Porque yo considero que soy una tía graciosa y en los vídeos no lo parece (risas).

Pero tus vídeos con Nieves Felipo son siempre muy divertidos. ¿Desde cuándo sois amigas?

A eso me refiero. Ese tipo de cosas son las que intento introducir poco a poco para que se vaya vislumbrando un poco mi manera de ser. Nieves y yo nos conocimos el año pasado porque coincidimos en un viaje de prensa a Sancti Petri. Fue una cosa muy rara porque eran todo periodistas y luego nosotras dos (risas). ¡No había más influencers! Aunque el resto de la gente era muy maja, estaba claro que en ese viaje nos teníamos que hacer amigas sí o sí. Nos conocimos en el aeropuerto y, desde entonces, somos inseparables. Nieves es de esa gente que dices: ‘Estábamos destinadas a ser amigas’. Es más, todos los amigos que tengo son de mi infancia, y Nieves ya es amiga de mis amigos.