Este truco con el termostato puede reducir tu factura de gas: lo que recomiendan los técnicos
Puede suponer hasta un 10% de ahorro en la factura anual de gas
¿Cómo saber si el termostato de la calefacción está roto?
En un escenario energético cada vez más tensionado, con precios volátiles y un contexto climático que obliga a repensar algunos de nuestros hábitos de consumo, hay pequeños gestos domésticos que pueden llegar a marcar la diferencia. Uno de los más efectivos, según técnicos y organismos como la OCU, es tan simple como ajustar el termostato de la calefacción correctamente. Lo que parece un detalle menor puede suponer hasta un 10% de ahorro en la factura anual de gas, según múltiples estudios del sector energético.
La ciencia del grado: cuánto es demasiado y cuánto es suficiente
La tentación es comprensible: bajar la temperatura en verano o subirla en invierno hasta alcanzar un confort los más inmediato posible. Sin embargo, cada grado de más que pongamos en nuestro sistema de climatización o calefacción incrementa el consumo de gas en aproximadamente un 7%, según datos consolidados por la OCU y la Comunidad de Madrid. En este sentido, la recomendación de los técnicos es clara: mantener el termostato en invierno entre 19ºC y 21ºC durante el día y reducirlo a 15ºC-17ºC por la noche o cuando la vivienda esté vacía.
Pero acertar con la temperatura adecuada para el termostato no es sólo una cuestión de grados. Hay que añadir elementos como la instalación de termostatos programables o inteligentes, que multiplica el ahorro. Estos dispositivos permiten definir franjas horarias y regular la temperatura de forma dinámica, evitando el clásico error de dejar la calefacción funcionando a pleno rendimiento en ausencia de los ocupantes. La inversión en un termostato inteligente, cuyo precio puede oscilar entre los 100 y 200 euros, tardaría en amortizarse menos de un año gracias al ahorro inmediato que es capaz de generar.
Más allá del termostato: los errores invisibles que drenan tu factura
Ajustar el termostato es sólo una parte de la ecuación. Otros factores inciden directamente en la eficiencia del sistema de calefacción y, por extensión, en la factura del gas. Uno de los más ignorados es la temperatura del agua caliente. Mantener el calentador por encima de 45ºC genera un consumo innecesario que puede incrementar el gasto anual en decenas de euros.
El aislamiento es otro factor crítico. Techos mal sellados, ventanas con fugas o puertas sin burletes convierten cualquier ajuste térmico en un esfuerzo baldío. La Agencia Internacional de Energía estima que un aislamiento deficiente puede hacer que hasta un 30% del calor generado se pierda, forzando a los sistemas de calefacción a trabajar durante más horas. A esto se suma el mal uso de los radiadores. Acciones como cubrirlos con ropa o colocar muebles delante impide que haya una correcta circulación del aire caliente, reduciendo su eficiencia hasta un 15%.
Sostenibilidad y ahorro: dos caras de la misma moneda
Ajustar el termostato no es solo una cuestión de economía doméstica, sino también de sostenibilidad. Reducir el consumo de gas implica disminuir las emisiones de CO₂, en un contexto en el que la transición energética es cada vez menos opcional y más imperativa. Además, hábitos sencillos como aprovechar la luz solar abriendo cortinas en las horas de mayor exposición solar, purgar convenientemente los radiadores al inicio de la temporada o utilizar alfombras para mejorar el aislamiento térmico en el suelo son estrategias de bajo coste y alto impacto.
En definitiva, la gestión eficiente del termostato es mucho más que un truco: es un cambio de mentalidad que combina ahorro inmediato con responsabilidad ambiental. Lo que se ajusta en grados se traduce en euros, pero también en un gesto concreto hacia un modelo energético más sostenible y racional.