Ethan Clay, el tatuador de los peregrinos: “Llevo tatuadas unas 10.000 conchas del Camino en dos años”

  • El primer día que abrió su negocio ya tatuó a 40 clientes

  • Ha tenido que abrir un segundo local para dar servicio a la demanda

  • Su amor por la profesión nació en Guayaquil, cuando tan solo tenía 15 años

“El último sello es el que llevas por toda la vida”. Con este eslogan que luce a la entrada de su negocio, Ethan Clay, un ecuatoriano de 36 años enamorado de Santiago de Compostela, ha seducido ya a más de 10.000 personas desde que abrió su estudio de tatuajes en 2022 y la cifra no ha hecho más que engrosarse desde entonces.

Son los símbolos del Camino que él mismo calcula que ha tatuado, la mayoría a peregrinos que buscan llevarse un recuerdo muy especial de su experiencia. “Lo que más me piden son las típicas conchas del Camino de Santiago”, explica, “calculo que llevo tatuadas unas diez mil en dos años”; y añade: “Es una locura, tengo la agenda prácticamente llena para este verano”.

Su apodo: “El tatuador de los peregrinos”, se lo puso una influencer italiana que en su paso por Santiago visitó su estudio y quedó maravillada, pero ya se lo había ganado el primer día que abrió su negocio, en el que cuenta que tuvo 40 clientes “y se corrió la voz”, recuerda, señalando que los precios especiales para caminantes que ofertaba tuvieron mucho que ver en este éxito.

Su fama desde entonces ha subido como la espuma, de tal manera que se ha visto obligado a abrir un segundo local para dar servicio a todos los clientes que llaman a su puerta: “Yo solo no doy abasto”, explica.

“Su padre se prestó como lienzo”

Su amor por la profesión nació en Guayaquil, cuando tan solo tenía 15 años, que quedó fascinado con un hombre que tatuaba en la calle. “Llegué a casa, desarmé un coche de juguete y, con su motor, monté una máquina para tatuar”, recuerda el artista, que añade que fue su padre quien “se prestó como lienzo”.

Veinte años después, ya con su vida consolidada en la capital gallega, y tras haber probado suerte en otros sectores como la hostelería, lo animaron a retomar su vocación como tatuador y “con lo ahorrado y un poco de miedo por lo sufrido” decidió lanzarse y abrir su propio estudio en la rúa Rosalía de Castro, por donde pasa el Camino.

Su especialidad son los tatuajes de línea fina y los microrrealismos, que están de moda “sobre todo entre el público femenino”, explica, y lo que más le demandan son los símbolos del camino: el botafumeiro, la cruz, la concha o incluso la catedral.

“Hace poco hice una ilustración de la catedral que se hizo viral y ya tengo unos 10 encargos del mismo tatuaje”, cuenta Ethan, quien admite bromeando que él no hizo el Camino de Santiago, pero es quien pone el último sello y el más especial para los peregrinos que lo visitan.

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