Un avión rumbo a Barcelona: la vida de María, la joven sevillana con menos de un 10% de visión que viaja cada lunes para trabajar

María Fernández, una sevilla con una discapacidad visual que trabaja en Barcelona. Redacción Andalucía
  • María tiene un 10% de visión, pero viaja sola en avión cada semana hacia Barcelona, donde trabaja enseñando tecnología a otras personas ciegas en la ONCE

  • Su historia se ha hecho viral en redes sociales después de subir un vídeo mostrando su como es un lunes cualquiera en su vida

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SevillaA las 5:00 de la mañana de cada lunes, mientras buena parte la ciudad aún duerme, María Fernández ya está en pie, maleta en mano, rumbo al aeropuerto de San Pablo de Sevilla. A esa hora coge el primer vuelo del día con destino a Barcelona, la ciudad en la que trabaja desde el pasado mes de junio. Los viernes por la tarde, o a veces los jueves, regresa a casa. Y así cada semana.

Y es que María, a sus 28 años, y con menos de un 10% de visión, lleva una rutina diaria y semanal que para muchos sería impensable, pero que para ella es simplemente su vida: "Yo lo veo normal, porque llevo ocho años viviendo así. La discapacidad no me quitó la autonomía, me obligó a aprenderla de otra manera".

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Su historia se ha hecho viral en TikTok después de subir un vídeo mostrando su "lunes cualquiera". Despertador de madrugada, asistencia en aeropuerto, vuelo, traslado en autobús, jornada laboral, llamadas de clientes al final del día y, por último, la vuelta a la habitación que alquila en Barcelona. Acabo "reventada", dice entre risas en el vídeo, "pero orgullosa", confiesa después de ver la repercusión que ha tenido.

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Una vida que cambió en tres meses

Hasta los 20 años, María veía con normalidad. Estudiaba Enfermería y conducía. Tenía un futuro más que planeado por delante, pero en cuestión de unos pocos meses lo perdió casi todo. "Fue rapidísimo. En tres o cuatro meses pasé de ver bien a tener un 0,05% en un ojo y un 0,02% en el otro", relata.

El diagnóstico no tardó en llegar, neuropatía óptica de Leber, una enfermedad genética y rara, con apenas 200 o 300 casos en España. Uno de ellos es el de su hermano, que también ha desarrollado la enfermedad. Nadie más en la familia.

Así que casi de un día para otro tuvo que dejar la carrera y reconstruir su vida desde cero. Fue entonces cuando la ONCE llegó a su vida para darle otra oportunidad. Enseguida se afilió y, siendo muy joven, comenzó a vender cupones por las calles de Sevilla. No todo era eso, gracias a ellos aprendió a manejar herramientas adaptadas, recuperó independencia y, cinco años después, ahí sigue trabajando.

Instructora de tecnología para personas ciegas

Su puesto tiene un nombre técnico: instructora de tiflotecnología. En la práctica, es "la profe de móviles y ordenadores" para personas ciegas o con baja visión. "Les enseño a usar el móvil, el ordenador, asistentes de voz, todo lo que necesitan para ser autónomos. Yo pasé por lo mismo, así que sé lo que cuesta".

Un camino que no ha sido, ni está siendo del todo sencillo. Estuvo primero en Ceuta, luego volvió a Sevilla, pero este verano tuvo que mudarse temporalmente a Barcelona "por necesidades del servicio". Sus conocimientos son ahora más necesarios en la ciudad condal, por eso ha tenido que volver a dejar su casa y vivir a caballo entre las dos ciudades.

En Sevilla se queda cada semana su pareja, en el piso que ambos comparten, y mientras, en Barcelona, María tiene que alquilar una habitación. Dos alquileres y dos vuelos semanales, un esfuerzo más que evidente al que ella casi no da importancia.

Dos trabajos, dos ciudades y una meta: no parar

Todo no queda ahí, porque además de su empleo en la ONCE, trabaja con su pareja en una inmobiliaria online que han creado juntos. Por eso, cuando termina su jornada oficial, ella sigue al teléfono: "Llamo a clientes, preparo gestiones y no paro, pero a mí me gusta. Si quiero tener una vida normal, tengo que moverme el doble que antes". dice con una ilusión intacta a pesar del cansancio.

Puede que esa constancia sea lo que más ha impresionado a quienes han visto su vídeo en redes sociales, porque no es solo que vuele sola, sino que se maneja entre aeropuertos, autobuses, oficinas y tecnologías sin ver prácticamente nada. Algo que ella explica con naturalidad: "tengo mis herramientas, pido ayuda cuando hace falta y ya está. Soy autónoma al 100%. No conduzco, pero cojo trenes, vuelos, lo que haga falta".

"Que no nos frene nada"

Confiesa que ha empezado a contar su rutina porque su entorno insistía en que era inspiradora, aunque para ella no tiene nada de extraordinario. Pero los mensajes que ha recibido estos últimos días le han confirmado que de algo sirve: "me escriben chicos y chicas que también están perdiendo visión y me dicen que les da ánimo. Yo también necesité referentes en su momento y siento que ahora me toca a mí".

Mientras tanto, el próximo lunes volverá a sonar el despertador a las cinco. Otro vuelo. Otra semana. Otra prueba de que la discapacidad no le ha quitado la vida, solo la ha obligado a vivirla de otra forma.