El terrible Bocanegra ha interrogado a Juana Inés de la Cruz para saber de dónde le venía la inspiración para escribir sus poemas. Le ha hecho creer que no corría ningún peligro; sin embargo, al saber que la monja puede sentir “la voz de Dios” en todas las cosas, ha ordenado su arresto e inminente tortura por un pecado inexistente.