Ay, esta primavera… Me está dejando pérdidas irreparables, zarpazos que no cicatrizarán nunca. Cuando tienes una edad, en el alma hay tantas cicatrices que es difícil encontrar una zona virgen, y se van superponiendo unas a otras, mitigándose un poco las que van quedando abajo, aunque nunca se olviden… Se fue Paloma Gómez Borrero… Pero su ausencia no va a nublar mi primavera porque ella ha dejado en mí una huella tan profunda que nada puede borrarla, ni su dolorosa ausencia. Hace años, cuando publiqué mi libro Tus estrellas y el amor, tuve la suerte de que Paloma me escribiese el prólogo, y ahora, releyendo esas líneas, he regresado a un pasado que se hace increíble y dolorosamente presente. Todos los que la conocimos coincidimos en que era un ser humano excepcional… Me impresionaste tú, Christian Gálvez. Te abracé fuertemente con la sensación de que te ibas a caer. Sé lo que Paloma significó para ti y cómo os quería a los dos… Y me han llegado al alma las palabras de Luz Sánchez Mellado, tanto que no encuentro una forma mejor de expresar lo que siento en estos momentos: “La Borrero, una maestra sin saberlo. Una compañera leal, colega de sus colegas y divertida hasta la carcajada… Tenía siempre una palabra amable para todo el mundo… Quién sabe qué procesiones llevaría por dentro pero por fuera siempre ofrecía su mejor rostro”.
Los que habéis sufrido la pérdida de alguien querido, sabéis de qué os hablo, el sentimiento de vacío que aprisiona el alma. Pero, aunque la cicatriz por su pérdida todavía sangre, siempre me quedará todo lo que ella me aportó. Hasta siempre, Paloma.
Y va avanzando la primavera, y llega la primera Luna Llena de esta estación, la Luna rosada (bello nombre), el día 11… Nos puede conceder muchos deseos si se los pedimos con fe y nos adentramos en su magia…
Por la noche, escribe en un papel blanco tus deseos de amor, de trabajo, de salud… Cubre el papel con hojas de laurel y a la mañana siguiente guardas el papel y las hojas de laurel las estrujas y las esparces al viento.
¡Feliz Semana!