Sergio y la torre de cristal

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Sergio es de esos hombres que quisieran tener a sus parejas en una torre de cristal, incomunicadas con el exterior y manejadas a su antojo. Anular su personalidad, decidir por ellas, someterlas a su propia dictadura de los celos y preservar un extraño concepto de la propia imagen son los objetivos principales de este tipo de hombres.

"Me estás poniendo en ridículo", le dice Sergio a Sindi durante la discusión del pasado viernes, lo único realmente importante que merece comentarse hoy. ¿Cómo íbamos a hablar del frasco de crema de cacao escondido por Noemí y Ari? O del Dani invisible. O de las dudas de Alessandro y Hugo sobre Noe. No tendría sentido sabiendo que hay un concursante que está haciendo un daño enorme a otra. Se trata de un hombre desactualizado, el retrato polvoriento de un espécimen que creíamos olvidado.

El caso es que Sergio aprovecha las fiestas para montar sus numeritos. Si en una da la exclusiva improvisada de "ya no estamos juntos" en la otra compara unas mallas negras con papel cebolla y parece obsesionado con el tanga rojo de su novia. El final de su discusión con Sindi en el dormitorio es tan patético que da vergüenza ajena. Entre sollozos, le dice: "Que he dejado un trabajo, que he dejado un trabajo por ti, ¡gilipollas!". Aparte de ser mentira (tan solo ha pedido una excedencia de cuatro meses), el comentario tiene la misma finalidad que el resto de su discurso: anular y someter a su novia, amenazarla, hacerla sentir culpable y hundirla psicológicamente.

Son señales evidentes de un comportamiento identificable, aunque no me atrevo a ponerle nombre. La discusión comenzó en la propia fiesta, desarrollada en ese pabellón de pruebas convertido en discoteca durante toda la semana. Al rato Sindi se levanta y Sergio, como un resorte, va detrás. La persigue, no le deja su espacio y ambos entran al dormitorio. Ella se tiende bocabajo en la cama y él le da un meneo para conseguir que se dé la vuelta y continuar su machaque psicológico. Al final, lo más importante parece ser hacerla sentir mal y salvar su honra de machito, mucho más que el puto tanga o la transparencia de las mallas. Ese lenguaje gestual en un momento de tensión entre una pareja me espanta. Es el momento para dar un paso atrás, meterse las manos en los bolsillos y evitar cualquier impulso violento, más allá del verbal. Que ya es bastante.

Insisto en que aparentemente su objetivo no es tanto que ella no lleve un tanga rojo que apenas llegué a ver (no así la hucha del propio Sergio cuando se dejaba aconsejar por Cristian, un rato más tarde). Lo importante parece ser conseguir que finalmente ella se someta a su voluntad. Da igual que se trate de cambiar un tanga o dejar de pestañear. Este tipo de hombre es capaz de pedir lo imposible con tal de sentirse víctima de una mujer incapaz de hacerles felices plegándose a sus exigencias. El amor consiste en hacer cosas que al otro no le gustan pero sí a él. Ella no le quiere porque no le respeta. ¿Y de dónde viene tal falta de respeto? Da igual, puede ser porque no viste a su gusto, no habla con quien él no quiere o no ríe cuando debiera. ¿Qué más da?

Es triste que el destino de Sindi haya cambiado desde la entrada de Sergio a la casa. Me da igual si es responsable el programa por proponerlo o la audiencia por votarlo. Hemos sido testigos de cómo una mujer descubría que hay un mundo mejor, liberada del yugo opresor de su novio. Y de eso hemos pasado a ver a una mujer sometida, que no consiente cambiarse el tanga pero al día siguiente casi le pide perdón a su novio, mostrándose suficientemente sumisa y complacida como para que su novio olvide el episodio de la noche anterior y se sienta triunfante.

Sindi llegó a sentir la ola untando su cuerpo de sal, y ya se había sentado en su malecón particular de espaldas al mar, como cuenta Gilda Santana en un relato estremecedor y bello, paralelo a esta historia de la que estamos siendo dolorosamente testigos. ("Vio otro mundo donde había sonrisas, amores, palabras, ilusiones, y donde no debía pedir permiso para mirar hacia uno u otro lugar, y volvió a sentir la alegría olvidada de respirar en libertad", dice la autora de 'Diez años de Gran Hermano. Diario de una guionista', libro imprescindible para todo amante de Gran Hermano). A decir verdad, leyendo ese relato extraído de forma tan valiente y valiosa de la memoria de Gilda, pienso que poco más puedo yo decir.

Por otra parte, no me atrevo a teorizar sobre este tema, habiendo tantas personas que se han especializado hasta entregar sus carreras profesionales en el análisis de cierto tipo de comportamientos equiparables a este, incluso a la buena labor de ayudar a las mujeres que los padecen. Lo de Sergio no es un hecho aislado. Muchos hombres han quedado como él anclados en un pasado lleno de sombras, en el que los hombres decidían el largo de las faldas de sus parejas y determinaban caprichosamente la carne que ellas podían enseñar, cuántos y cuáles eran los centímetros permitidos. Y mientras tanto, en las calles de este santo país los guardias urbanos ponían multas de veinticinco pesetas si veían a una pareja dándose un beso.

"¿Por qué tienes que ser tú misma?", llega a decir Sergio. No solo emplea argumentos insólitos y demenciales como este, sino que todo ello está trufado de reproches para hacer sentir mal a su pareja. "Me gustaría irme muchas veces con mis amigos y no lo hago ¿por qué? Por estar contigo. Dejo de hacer muchas cosas por ti", dice pidiendo una correspondencia de sacrificios posiblemente no solicitados. Intenta convencerla del sufrimiento que le infringe por intentar ser ella misma. Sugiere la mala influencia de terceras personas que le habrían intoxicado con ideas equivocadas. Llega incluso a compararla con Marta, que según él va siempre enseñándolo todo. ¡Por el amor de Dios!

"¿Cómo era la Sindi que yo conocí?", le pregunta Sergio, y ella no se atreve a contestarle que una idiota no consciente de que otra vida es posible. No solo le reprocha su actitud, sino que se cuelga medallas por haberle permitido muchas cosas. Le deja ponerse faldas cortas (más cortas ahora que antes porque él ya no es tan estricto, según dice), y hasta la dejó entrar en el concurso. Y es que todo han sido sacrificios para él. Lo que hay que oír. "He hecho muchas cosas por ti", advierte el machito de orgullo herido cuando pretende salirse con la suya. Es el argumento definitivo, solo comparable con mentarle a su madre y lo poco contenta que estará ella con su comportamiento.

Mostrar cierta superioridad en lo económico es el recurso más bajo y despreciable. Porque no tengo ninguna duda sobre esto. Cada vez que Sergio alude a las cosas que ha hecho por Sindi se está refiriendo a algún tipo de sacrificio económico. Posiblemente es por esto que su madre transmite cierta sumisión, mostrándose siempre en plató poco solidaria con su hija, temerosa de que pierda a Sergio y, de alguna forma, sometida a su consuegra.

Muchos pensamos el viernes que si esto estaba pasando delante de las cámaras lo que no podrá pasar en la intimidad de las cuatro paredes de un hogar. Empezando por los insultos que profiere Sergio en estos casos, que van de llamar "cortita" a su novia hasta ese "gilipollas" que escuchamos el viernes. Espero que todo esto sea el principal argumento de esta noche, arranque irrenunciable del programa. Por supuesto, antes de cerrarse los teléfonos. La única forma de arreglar esto es que Sergio sea expulsado esta noche. Es doloroso ver cómo, después de todo, los seguidores de algunos concursantes siguen pidiendo el voto para Marta, en lugar de preferir liberar a Sindi de su yugo, evitándonos de paso que sigamos siendo testigos de comportamientos tan machistas y trogloditas.

Fue precisamente Marta quien mejores consejos dio a Sindi el viernes. Primero vimos a Cristian aconsejando a Sergio que no fuera tan moro y se relajara un poco, pero luego a Sindi le hacía un comentario lamentable y contradictorio con lo dicho a su novio: "Por evitar el jaleo te pones una braga y ya está". Contrasta mucho con lo de Marta. A Sindi le decía: "Malas personas hacen otras cosas, no vivir la vida como la quieren vivir". Y a Sergio, un rato más tarde: "Tú a ella no tienes que permitirle nada, no eres su dueño". Y añadió: "¿A mí me vas a decir lo que me tengo que poner? Corre con tu madre". Inmensa estuvo Marta, que con sus 20 años demuestra mucha más madurez que algunas de sus compañeras.

No estoy seguro de si el programa debe o no intervenir en una situación así, pero sí de que entre todos debemos corregir esto. Debemos evitar que Sergio siga allí. Ni dioses ni guionistas, hoy la audiencia debe ser justa, solidaria y humana. Solo hay un camino para Sergio, y es el de salida hacia la calle. La sumisión de Sindi es tal que ahora entiendo sus radicales cambios emocionales, aunque sigo sin explicarme que en las situaciones de mayor tensión no sea capaz de derramar ni una sola lágrima. Solo se lleva las manos a los ojos. Los aprieta, tapando su rostro. A veces hasta me parece ver cómo se dibuja en su cara una extraña sonrisa. Deben ser gestos no del todo bien interpretados.

Queda la esperanza de Ari, y su infalible maldición. Justo después de la bronca con Sindi y tras recibir los torpes consejos de ese Cristian que parece reconvertido en voluntario social, Sergio hablaba largamente con Ari, sentado o tendido en su cama. Ojalá haya aprovechado para pasarle su maldición. Es preciso que así sea. En cualquier caso, con nuestro voto podemos romper esa torre de cristal en la que Sergio quisiera ver por siempre a Sindi. Recuperaremos así a Pipi, y ella se reencontrará de nuevo con su libertad.

Moleskine del gato

Esta noche no solamente es el momento para que entre todos expulsemos a Sergio sino que los propios concursantes deberán elegir a uno de los dos repescados para que se convierta en concursante de pleno derecho. Sospecho que Cristian sabe más de lo recomendable, o bien tiene mucha más intuición de la supuesta. Ayer decía que hoy prepararía su maleta por si tenía que marcharse él o María. Aunque en un principio creí que este concursante partía con desventaja al tener más enemigos dentro de esa casa, ahora mismo no lo veo tan claro. Veamos mis previsiones (baldías, por supuesto):

A María la votarán seguro: Hugo, Dani, Pepe y Marta.

A Cristian: Ari, Sergio y Noe.

Mis dos dudas, aparte de posibles sorpresas de última hora, son Sindi y Alessandro. Este siempre nomina a mujeres, lo cual ayuda a pensar que pueda decantarse por Cristian. Por otro lado, la buena relación entre este y Hugo hace pensar que no le haría la faena de volverle a apartar de María. Y Sindi es siempre una incógnita. En el juego propuesto anoche por Cristian, humillante para las mujeres de la casa (excepto Marta, que estaba con fiebre en la cama), Pepe le preguntaba a Pipi: "¿Qué significa para ti la palabra 'lealtad'?". Muy reveladora pregunta.

De estos dos votos dudosos depende todo. Quiero confiar en que finalmente se decanten por María, al menos uno de ellos. Con eso bastaría para seguir viendo progresar la relación entre Hugo y la jerezana, además de volver a ver regresar a Cristian. ¿Qué tal otro calvo, Mercedes? Solo fuera a modo de celebración, creo que muchos lo aceptaríamos de buen grado. Y cuando salga Sergio, quiera el destino que sea también esta noche, le enseñas un tanga rojo. Yo se lo tiraba a la cara, fíjate lo que te digo.

El gato responde

Me escribe esto una amable comunicante:

Mire, sobre Sergio nada más que añadir, le he dedicado hoy casi todo este espacio posible. Pero en relación a Juan le quiero explicar por qué no me gusta con un ejemplo más. En el debate del pasado jueves acusaba a Pepe de no decir las cosas a la cara. "No se ha enfrentado nunca a un hombre", decía. Bueno, esto es radicalmente falso. No haría falta decir más, pero lo voy a hacer. Pepe se ha enfrentado a él mismo, dejándole desarmado el día del bizcocho con el arma más mortífera existente: la verdad. También lo hizo con David, Michael o Cristian. Y con algunas chicas, empezando por la incongruente Zulema. ¿Acaso hay alguna diferencia entre discrepar con hombres y mujeres?

Dejando a un lado que lo afirmado por Juan es falso, lo más llamativo es el contraste entre este argumento y la respuesta a una pregunta de Frank Blanco. Pregunta la voz de los despertares de la 'Cadena 40' por qué no se enfrentó a Pepe. Aunque jamás lo vimos en televisión, Juan dijo que le entraban ganas de decirle: "Tú eres un gilipollas". La pregunta es sencilla y se me antoja que inevitable. ¿Por qué no lo hizo? Juan responde entonces que porque su postura de evitar el enfrentamiento directo es inteligente. Sin falsas modestias. De forma que él evita enfrentarse porque es inteligente pero Pepe lo hace porque es un cobarde. Este cura (evitaré lo de curita, si es eso lo que ofende) hace el ridículo cada vez que abre la boca.

De todas formas, le digo a esta comunicante lo mismo que ya le expresé en privado. Lamento mucho su decepción, señora. Un afectuoso saludo.