Alfredo Galán siempre fue, a la vista de sus vecinos, un niño introvertido y tímido al que le afectó muchísimo la muerte de su madre cuando solo tenía ocho años. Una tragedia que, según los que le conocen, le dejaría marcado para siempre. Su introversión, pero a la vez sus ansias de ser aceptado, conocido y reconocido le llevaron al ejército, donde vivió sus mejores momentos y donde se pudieron ocasionar los problemas mentales que más tarde le llevarían a matar sin escrúpulos y al azar.