Descubrió hace años que estar detrás de una barra es lo suyo. Siempre destacó como barman y ha pasado años escuchando felicitaciones por su trabajo, aunque para él no es más que su trabajo. De memoria elefantina jamás olvida el nombre de un cliente, ni como le gusta el café. Tiene un extraño magnetismo que hace que la gente terminé contándole sus mayores secretos, que Sixto escucha con la profesionalidad de un psicólogo.
Aunque parece un tipo serio, no es más que parte de su uniforme de profesional. Le encanta contar chistes y sabe cuál va a gustarle a cada cliente. Es rápido intelectualmente y siempre sabe las palabras correctas en todas las situaciones. Es difícil no reírse con él, porque siempre encuentra el punto débil de cada uno. Es un fanático de las novelas de El Coyote y es habitual ver algunos libros manoseados cerca de la barra.
Llegó al Tolo como casi a todos sus destinos anteriores, con la maleta sin deshacer y mirando en el mapa su siguiente destino. Sin embargo han pasado diez años y sin saber por qué sigue allí.