En un principio Ana colgó un mensaje en Internet buscando un trueque: ofrecía sus óvulos a cambio de semen. Lejos de aceptar su propuesta, le pedían dinero: "Me decían 300, 500, hasta 1000. El del 1000 era todo completo, te aseguraba el embarazo, daba igual las veces que tuviese que estar contigo".
Enseguida Ana comprendió que encontrar a alguien con quien tener relaciones sexuales iba a resultar mucho más sencillo que dar con un donante de semen, así que cambió de táctica:
"Me metí en un chat durante un tiempo hasta que dí con la persona adecuada, evidentemente no podía estar cien por cien segura de que no tuviera ninguna enfermedad pero quería una persona sana y que buscase sexo, que es lo único que iba a encontrar en mí".
En un sólo encuentro Ana se quedó embarazada y ahora luce una hermosa barriga de siete meses: "Me sentía vendida, bueno, me vendí por mi hijo, pero otra vez no sé si sería capaz de hacerlo, lo pasé fatal, fueron 10 minutos y salí corriendo". Pero a los tres días me di cuenta que había hecho lo correcto, que soy una persona sensata."
El joven con el que Ana tuvo relaciones nunca supo que ella buscaba quedarse embarazada. Tampoco sabe, y probablemente nunca lo sabrá, que en apenas tres meses será padre: "No quiero le quiero volver a ver en mi vida, él es una persona libre y lo seguirá siendo. Nunca me voy a poner en contacto con él y el día de mañana le diré a mi hijo que ha sido fruto de una inseminación, es de la forma que más tranquilo va a estar mi hijo".
Ana no siente remordimiento alguno por haber ocultado sus intenciones a este "amante útil": "Él iba a por el sexo, evidentemente, los dos íbamos a por lo mismo en cierta manera y cada uno se llevó lo que quiso, hubo un intercambio".
Sorprende la frialdad con la que Ana planeó su embarazo. Y sorprende porque bajo este nombre falso se esconde una joven aparentemente normal, equilibrada, educada, con una carrera universitaria y la cabeza muy bien amueblada.
Ella lo explica así: "Mi deseo de ser madre era superior a cualquier cosa, me tuve que arriesgar porque no podía evitarlo, me iba a volver loca".
Ana tuvo muchísima suerte, en primer lugar porque se quedó embarazada a la primera. En segundo lugar, y mucho más importante, porque no contrajo ninguna enfermedad: "Pasé muchísimo miedo hasta que lo hice y enseguida me hice todo tipo de análisis para asegurarme de que estaba bien y ya me quedé tranquila, pero pasé una semana que no se la deseo a nadie".
Otras mujeres que comparten angustia con Ana recurren a Internet para comprar semen. En estos casos ellas mismas se lo infiltran en casa con una rudimentaria jeringuilla. La embrióloga de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), Rocío Núñez nos confirman que, sorprendentemente, existe una posibilidad, aunque muy reducida, de quedarte embarazada con este método:
"La posibilidad de embarazo en cada intento en una inseminación artificial con semen de donante en una clínica es del 30%, mientras que en una inseminación casera es del 10 %".
Pero por supuesto estos métodos son inseguros, advierte Rocío:
"Esta nueva moda de donación casera no la entiendo y es muy peligrosa para las mujeres. Lo menos malo es que no se queden embarazadas. Una muestra de semen que no está analizada para enfermedades puede transmitir sida, hepatitis".
"El coste de una inseminación artificial es de unos 1000 eruos en total. Por eso algunas mujeres recurren a Internet. Pero hay otras razones: quieren conocer los rasgos físicos y psicológicos de la persona que transmitirá el ADN a su futuro bebé.
La ley exige que las donaciones sean absolutamente anónimas. Por eso en las clínicas sólo facilitan los datos básicos del donante (raza, color de pelo, color de ojos, estatura, peso").
Pero las mujeres quieren saber más. Quieren conocer personalmente al hombre, seleccionar sus rasgos e incluso su personalidad: "Yo buscaba que fuese una persona inteligente, educada, que tuviese una inteligencia normal, agradable de ver" explica Ana.
La red las permite elegir entre un elenco de hombres que se ofrecen abiertamente a donar su semen. Sin embargo no las protege frente a enfermedades contagiosas o hereditarias del donante.
En la Internet conviven los anuncios de mujeres desesperadas por ser madres con los de hombres que supuestamente donan su semen, aunque en muchos casos bajo esta aparentemente altruista donación se esconden otras intenciones.
Kader es un joven marroquí que ofrecía gratuitamente su esperma por Internet, pero eso le ha llevado a tener relaciones sexuales con una desconocida: "Me llamó y me dijo vamos a un hotel, lo hicimos allí, dormimos juntos y por la mañana cada uno se fue a su casa".
Kader asegura que no cobró nada, que la mujer le gustaba y lo pasó bien, pero que hay mucha gente lo hace: "Hay muchísima gente que lo vende, más que los que lo compran, algunos por 100, 120, 130 euros" ¡Gratis no hay nada!".
Hay mujeres que incluso eligen al hombre adecuado en los chats y después acuden con él a una clínica de fertilidad, a pesar de que eso está prohibido.
Como explica Fernando Abellán, abogado de la SEF: "La donación es de la personas física al centro, nunca de una persona a otra". Las donaciones "a la carta" están prohibidas por la Ley de Reproducción Asistida.
Pero la ley se incumple, como nos confirma este joven peruano que ya ha acompañado a dos mujeres a una clínica de fertilidad para donarles su semen: "Ya que soy latino me buscaban familias latinas. Les daba referencias mía, o sea a qué me dedico, cuántos años tengo, de dónde vengo, que no tenía ningún tipo de enfermedades".
En esta ocasión el donante no pedía nada a cambio, aunque una de las mujeres le gratificó con 50 euros.
Él colgó el anuncio en Internet ofreciéndose como donante de semen por puro altruismo, concienciado por los problemas que acarrea la imposibilidad de tener hijos. La red ofrece múltiples posibilidades de ser madre pero todas conllevan sus riesgos. La inseminación artificial es las más costosa, pero también la única segura.
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