¿Cómo evitar posibles riesgos a la hora de alquilar una vivienda turística?

Los alquileres de vivienda turística se han convertido en una de las principales opciones de alojamiento vacacional en la última década. De hecho, a pesar de la caída que se produjo durante la pandemia de COVID 19, en 2022 dos tercios de los apartamentos turísticos que habían abandonado el mercado volvieron a esta actividad, según el “Análisis y evolución del alquiler turístico” realizado por Fotocasa.

El auge es tal que, de acuerdo con datos del INE (Instituto Nacional de Estadística) referentes a 2020, “el número de viviendas turísticas en España supera las 321.000, lo que supone el 1,3% del parque total de viviendas”. Esto supone 1,6 millones de plazas. Y en territorios eminentemente turísticos como las Islas Canarias, la cifra de viviendas turísticas (casi 38.000) incluso duplica a la de viviendas sociales.

Estas cifras sirven para poner en contexto una práctica que cada día es más habitual y que, en ocasiones conlleva una serie de riesgos que han de tener muy en cuenta tanto los anfitriones como los huéspedes. A fin de cuentas, existen prácticas ilícitas que pueden afectar a ambos colectivos.

Riesgos para el inquilino de una vivienda turística

A pesar de que el alquiler de viviendas vacacionales existe desde hace décadas, ha sido con el despegue de las plataformas dedicadas a esta actividad cuando se ha popularizado como una opción más para hacer turismo. 

Quienes optan por este tipo de alojamientos suelen buscar un precio que se adecúe a sus posibilidades y un espacio cuyas características sean de su agrado, ya sea por una decoración concreta, por la flexibilidad y libertad que proporciona –propias de una vivienda o apartamento–, o porque se halla en el lugar deseado para visitar una ciudad o región determinadas.

Se trata de un mercado que cada vez es más maduro y, por lo tanto, más seguro. Sin embargo, hay algunos riesgos que conviene tener presentes a la hora de alquilar una vivienda turística por internet o vía telefónica; para los cuales podemos apuntar las siguientes recomendaciones.

  • Los pagos por adelantado han de hacerse a través de una plataforma que nos asegure la estancia o, al menos, que no vamos a ser víctimas de una estafa. Por ello, cuando se solicita el pago al margen de dichos sitios web, hay que sospechar de las posibles intenciones del anunciante. 
  • Los anuncios que llaman la atención por ofrecer alojamientos de lujo en zonas caras y a precios muy baratos no suelen ser ciertos. Detrás suele haber delincuentes que tratan de convencer al futuro inquilino de que haga un pago por adelantado. Obviamente, esa vivienda vacacional no existe y no se vuelve a saber nada del estafador.
  • Los anuncios de viviendas turísticas llamativas que llegan al correo electrónico o alguna aplicación de mensajería pueden esconder algún tipo de malware que se activa una vez que el usuario hace clic. Aunque no se trata de una estafa con el apartamento, sí que puede resultar peligrosa para los dispositivos e incluso las finanzas del afectado.
  • Antes de optar por una vivienda turística concreta, es recomendable leer los comentarios que hay sobre la misma y sobre el anfitrión. Esto es posible hacerlo en las citadas plataformas y, a veces, en Google. Obviamente, si la valoración es mala o los comentarios exponen sus problemas, nos ayudará a detectar posibles riesgos a la hora de alquilar. Por otro lado, si alguna de las viviendas turísticas no tiene apenas comentarios y valoraciones aunque lleve mucho tiempo publicada, también puede significar que algo no funciona como debiera.
  • Para evitar cualquier problema con los dueños del inmueble, es conveniente firmar un contrato y asegurarse de que el estado de la vivienda –incluidos todos los enseres que alberga– es el que aparece en dicho contrato. De ese modo se evitan equívocos y situaciones desagradables.
  • Finalmente, si el anfitrión solicita una fianza, deben quedar claras las condiciones de la misma y para qué está destinada.

Riesgos para el anfitrión de una vivienda turística

No solo los inquilinos de una vivienda vacacional están expuestos a riesgos. Los dueños de la misma también deben afrontar posibles situaciones muy poco beneficiosas para sus intereses. Generalmente, el alquiler vacacional es muy diferente al alquiler normal donde el inquilino va a pasar una larga temporada –convirtiéndolo en su vivienda habitual–. Por un lado, la primera situación suele proporcionar mayores beneficios, aunque para ello es necesario tener una clientela continuada que se ganará con una calidad y un servicio que serán puntuados constantemente en las plataformas pertinentes. 

Para los riesgos que corren los anfitriones, también hay recomendaciones

  • Los anfitriones también pueden puntuar a los huéspedes en la mayoría de los sitios web. Esta práctica ayuda a conocer mejor a quiénes se está alquilando la vivienda turística. Hay que tener en cuenta que un mal inquilino puede provocar daños en la propiedad y que el inmueble no se pueda alquilar durante una temporada. Esto supondrá pérdidas importantes. 
  • Una vez que se alquila la propiedad, es necesario solicitar el documento de identidad de los huéspedes para comprobar que es real.
  • Además, conviene realizar unas “normas de la vivienda” para evitar situaciones no deseadas como fiestas descontroladas. Para ello también es recomendable solicitar una fianza.
  • Finalmente, es importante asegurarse de que el pago sea seguro. Al igual que hay estafadores que engañan a los futuros inquilinos, también hay otros que están especializados en las prácticas fraudulentas enfocadas en los anfitriones. 

En definitiva, tanto los huéspedes como los dueños de las viviendas turísticas tienen como mejor aliada la información, ya que, si ambas partes tienen la certeza de que pueden confiar, la experiencia será más satisfactoria.