El Cairo acoge a los mejores solistas internacionales del laúd árabe

AGENCIA EFE 17/09/2010 10:24

"El laúd nació en Mesopotamia, junto al río Éufrates, y además de formar parte de la cultura de Irak, tiene una gran tradición en todo el mundo árabe", señala a Efe el músico iraquí Nasir Shama, considerado uno de los mejores intérpretes de este instrumento del mundo.

Shama, director de "La casa del laúd árabe" de El Cairo, es el precursor del primer foro internacional de esta pieza, que se celebra en la capital egipcia este fin de semana con la participación de una veintena de músicos llegados de Turquía, Grecia, Siria, el Líbano y el Yemen, entre otros países.

La cita, que incluye conciertos, talleres, exposiciones y coloquios, quiere acercar al gran público el laúd árabe, con forma de pera y mástil más corto que el de sus descendientes europeos.

Además de reconocidos solistas como el grupo libanés Charbel Ruhana, el sirio Hasan Sabsaby y el turco Mohamed Bitmaz, la cita ofrece, bajo el título de "Tentativas", un espacio dedicado a jóvenes promesas de las casas del laúd árabe de El Cairo, Túnez y Abu Dabi, dirigidas por Shama.

"Después de doce años de trabajo, investigación y enseñanza para jóvenes de todo el mundo, este foro se ha convertido en una necesidad", subraya el artista iraquí.

La elección de la capital egipcia como sede del foro se debe, según Shama, a que El Cairo tiene la primera escuela del mundo árabe dedicada exclusivamente a la enseñanza del laúd y cuenta con "un público que ama este instrumento".

La pasión por sus acordes lleva cada año a cientos de jóvenes egipcios y extranjeros hasta "La casa del laúd árabe", situada en un antiguo edificio del barrio islámico de El Cairo rehabilitado recientemente.

Allí, entre las llamadas a la oración de los almuédanos de las mezquitas cercanas, una orquesta de cincuenta personas ensaya a las órdenes de Shama, que tuerce el gesto cuando la melodía sube de decibelios sin previo aviso.

Un timbal y una pandereta son el único acompañamiento del laúd árabe, que llegó a Europa a través de Al Andalus y que a lo largo de su milenaria historia ha animado a reyes, marcado el ritmo de bailarinas de danza del vientre y aderezado la voz de divas como Um Kulzum, viva aún en los transistores de muchos egipcios.

Los músicos de la orquesta rasgan las cuerdas del instrumento mientras cierran los ojos o miran al maestro, colocado en el centro de un patio por el que se mueve un gato y en el que se escucha el ruido del agua que brota de una fuente cercana.

"El sonido contundente y puro del laúd causa una gran emoción", explica Shama, quien asegura que su sonoridad "alberga toda la cultura y todo el mundo".

"Cuando lo toco trato simplemente de traducir lo que hay en mi mente y crear nuevas imágenes", agrega el músico iraquí, que destaca que "el instrumento tiene el futuro asegurado con los nuevos talentos".

De la misma opinión es el fabricante de laúd Gamil George, un hombre de 86 años que regenta un pequeño taller en el centro de la capital egipcia junto a sus dos hijos, Ali y Mohamed, que llevan varias décadas dedicados a tallar la madera y dar forma a este instrumento musical.

"Hay futuro porque aún hay mucha gente buena", dice Gamil, quien apunta que aunque la mayoría de la clientela procede de países árabes como Arabia Saudí o Qatar también tienen compradores en Estados Unidos y Europa.

El tiempo parece detenerse en el interior del negocio, fundado por el padre de Gamil hace 105 años, y sobre cuyas paredes cuelgan laúdes acabados de ensamblar y piezas sueltas hechas de madera de ébano, roble o nogal negro de Turquía o Francia y de palo de rosa de India.

A juicio de Ali George, la fabricación es tan laboriosa que hay días en los que él y su hermano, los dos únicos empleados del taller, no hacen otra cosa que esperar a que la madera esté preparada, por lo que "solo se producen unos cinco instrumentos al mes dirigidos a distintos bolsillos".

"Los precios dependen de la calidad de la materia prima. Los más caros son los fabricados en ébano y cuestan entre 761 y 1.522 euros", asegura este artesano, que añade que los más económicos se pueden conseguir por unos 38 euros.

La de hoy es una jornada sin mucho trabajo, porque hay que aguardar a unir las piezas, y Ali y Mohamed discuten con los propietarios de las tiendas cercanas mientras toman té y fuman tabaco de la marca local Cleopatra.

"Antes había más gente que entendía de laúd, pero ahora vienen muchos clientes sin conocimiento", lamenta Ali, rodeado por polvorientas estanterías atestadas de herramientas, pegamento y fragmentos de madera.

Francisco Carrión