En una conversación telefónica con los líderes de los tres principales sindicatos del país, Monti ha destacado que intentará acordar con los sindicatos las medidas previstas para intervenir en el mercado de trabajo, pero ha recordado que pretende aprobar las reformas antes del próximo 7 de enero en un consejo de ministros.
Los sindicatos han expresado su malestar después de que el primer ministro informara de las reformas de la llamada 'fase dos' para la recuperación económica, basadas principalmente en la reforma del sistema laboral y la competencia.
Sin embargo, la secretaria general de la Confederación General italiana de Trabajadores (CGIL), Susanna Camusso, ha advertido de que "en los próximos meses la recesión tendrá un impacto muy duro sobre el empleo y las rentas" por lo que ha asegurado que "el riesgo de que se produzca tensión social crece conforme crece también la desigualdad social".
Por ello, Camusso ha destacado que "es mejor que el Gobierno tenga más valentía de la que ha tenido hasta ahora y abra un debate explícito y constructivo con las fuerzas sociales sobre el crecimiento y el empleo". "Para nosotros, el crecimiento quiere decir crear nuevas oportunidades de trabajo para los jóvenes y las mujeres y trabajo menos precarios e inestables para todos" ha declarado.
Además, el líder de la Confederación italiana de Sindicatos de Trabajadores, Raffaelle Bonanni, ha pedido un "debate verdadero sobre temas económicos y sociales" y ha advertido que "la necesaria velocidad de las decisiones no puede ser una excusa para evitar el debate con el sindicato". Según ha explicado Bonanni, los sindicatos "no aceptarán paquetes preconfeccionados o inspirados por otros".
Finalmente, el secretario de la Unión italiana de Trabajadores (UIR), Luigi Angeletti, ha advertido de la posibilidad de que "el riesgo de alcanzar una fase de recesión" provoque "una reducción de los puestos de trabajo" ya que "el aumento del desempelo no es precisamente un 'antídoto' para la paz social" sino que es como echar "más leña al fuego".