La dialéctica parlamentaria es poco dada al "cariño". Un término además poco apropiado para que un Secretario General se dirija a una diputada. ¿Por qué usó Moza esa palabra? ¿Por simpatía? ¿Por afinidad personal? ¿Por condescendencia? ¿Por qué se dirigía a una mujer?
Las preguntas no son baladíes en una semana donde en el Congreso se ha hablado hasta de machismo político. La vicepresidenta Salgado, a quién sólo los votos le salvaron de un suspenso en su gran estreno parlamentario para defender los Presupuestos Generales del Estado, ha confesado que se sintió ninguneada por el líder de la oposición.
Rajoy le dijo: "No le responsabilizo de la política económica. Responsabilizo al señor Rodríguez Zapatero, que es el responsable de lo que está ocurriendo hoy en día en nuestro país". Un año antes Rajoy le dijo a Solbes cosas muy parecidas: "No vea en mis palabras una crítica dirigida exclusivamente a usted. No se puede pedir responsabilidades a quien no tiene capacidad de decisión o la tiene muy limitada".
Saltarse al ministro de Economía de turno y dirigirse al presidente es una técnica muy habitual que han utilizado todos los líderes de la oposición casi sin excepción. Ni Josep Borrell, ni Joaquín Almunia, ni el propio Rodríguez Zapatero olvidaron dirigirse a Aznar en sus discursos. ¿Alguien habló entonces de que habían ninguneado a Cristóbal Montoro o a Rodrígo Rato?
¿Dónde está el machismo en quien dice lo que dice o en quien escucha lo que quiere?