Del traje de fallera al burka. Se llama Cristina Amparo B. G., y con solo 24 años, la joven era muy conocida como fallera. Los atentados de Cataluña pudieron ser un detonante en una radicalización que nadie entiende. Hablamos de una joven que pertenece, desde hace casi 10 años, a una de las 15 comisiones falleras de la localidad y trabajaba como cocinera en uno de los restaurantes más reconocidos del municipio.
Esa joven sin pasado oscuro, sin problemas evidentes, fue detenida el pasado miércoles en su apartamento de la playa de San Antonio de Cullera e ingresó el pasado viernes en prisión por orden del titular del Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, tras constatar que Cristina B. G. pretendía viajar a finales de este mes de noviembre a Siria -tenía ya comprado el billete-, donde pretendía integrarse en las filas del Daesh "como esposa de un muyahidin y convertirse en mártir".
Los vecinos de Cullera repiten lo mismo a cualquiera que preguntan. Nadie se lo cree. "Ha sido impactante, la verdad. Una hija mía la conoce mucho y no lo pensaba en la vida esto".
Su alto grado de radicalización también sorprende hasta a los expertos en terrorismo islamista de la Policía Nacional, ya que no es habitual ese proceso en una mujer española sin raíces musulmanas pase ser un radical convencida.
La joven se había convertido al Islam tiempo atrás y utilizaba con habitualidad el nigab. El pasado enero la joven viajó a Turquía, y tras ese viaje envió dinero a los radicales. No solo esto, les animaba a llevar a cabo atentados. Cristina, que fue detenido tras aplaudir el atentado contra el profesor francés decapitado, está acusada de "integración en organización terrorista, financiación, desplazamiento a zona de conflicto y apología del terrorismo.