La experiencia de la escuela rural

MAY GAÑÁN 16/05/2010 13:27

El colegio que visitamos está en la Alcarria, es La Ventosa, provincia de Cuenca. El profesor allí nos cuenta que los niños lo consideran casi como un padre y que acuden a clase con la misma naturalidad con la que entran y salen de casa. En esta escuela hay siete niños de siete a tres años y más de la mitad son hermanos.

El progreso ha llegado también a estos pequeños centros educativos. Pero los niños entran lentamente en él. Escuchan hablar de Internet pero aún es una realidad que les resulta muy lejana. En medio del campo los niños siguen siendo niños, siguen jugando al aire libre, tirando la pelota y subiéndose a los árboles. Y como dice Jose Javier Castro, el maestro de la escuela, esto para estos niños sigue siendo todavía más atractivo que la tele o Internet, como ocurre en las ciudades.

Están tan inmersos en su realidad rural que muchos no conocían hasta hace poco el autobús. El colegio los llevó a Cuenca y para la mayoría subir en bus se convirtió en una auténtica experiencia del viaje. Sin embargo frente a esa realidad está la de otros niños que siendo también de pueblos muy pequeños sí traspasan a diario sus fronteras, precisamente para ir al colegio porque son los únicos niños de su pueblo y allí no tienen escuela. Una ruta les trae y les lleva a diario.

Todos desean asistir a clase porque es el lugar en el que se socializan y aprenden. El profesorado del entorno rural recibe también una formación especial. Asisten a cursos de formación que luego aplican en las aulas. Organizan excursiones al aire libre para explicar a sus alumnos la vegetación, la fauna y la flora del entorno natural en el que viven. Y aunque dicen que el maestro rural es vocacional, muchos todavía se lamentan de sufrir una cierta soledad.

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