Aeropuertos paranoicos

ÍÑIGO URQUÍA 07/01/2010 13:29

La Agencia de Seguridad en el Transporte de EEUU envió a todos los países del mundo instrucciones concretas para reducir la amenaza. El londinense Heathrow, el mayor de Europa, y sus hermanos pequeños del Viejo Continente no fueron una excepción, y los controles de seguridad adiccionales provocaron colas y retrasos. La alerta seguió extendiéndose.

Sólo dos días después del ataque fallido de Abdulmutallab, la seguridad estadounidense detuvo a un pasajero de un vuelo de Northwest Delta Airlines procedente de Amsterdam con destino a Detroit, la misma ruta que la del nigeriano. El hombre desató las sospechas de la tripulación por sus repetidas idas y venidas al servicio. El problema se produjo cuando el sospechoso fue increpado por pasar demasiado tiempo en el aseo, lo que provocó una reacción desproporcionada del increpado.

Ese mismo día 27, una nave de Lufthansa que volaba con 200 pasajeros desde Frankfurt a Detroit tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en Keflavik (Islandia), cerca de Reikiavik, después de que se alertara sobre un equipaje sospechoso, cuyo dueño no había embarcado en el avión. Los artificieros registraron el avión y retiraron la maleta mientras los pasajeros permanecían a bordo, para luego emprender viaje de nuevo.

España también

Los aeródromos viven ahora con un miedo constante al atentado, con pánico al terror islamista y de Al Qaeda. España no es una excepción, y las precauciones se extreman al contar también con la amenaza de ETA.

Al otro lado del Atlántico, otra falsa alarma paralizó el aeropuerto de Ciudad de México ese mismo sábado. La señal de alarma se dió cuando un pasajero de la la aerolínea panameña Copa advirtió a la tripulación de que llevaba un artefacto explosivo. Sin perder un instante, el piloto condujo su nave hasta una zona de cuarentena, y los policías confirmaron que no había peligro.

Los últimos casos

Con los protocolos de seguridad activados, el aeródromo de Meadows Field (Los Ángeles) registró otra falsa alarma el 5 de enero. El aeropuerto tuvo que cerrarse varias horas después de que se encontrara en la bolsa de un pasajero "material nocivo". Finalmente, el producto resultó ser miel, según el portavoz del FBI Steve Dupre.

El último brote de esta psicosis colectiva se ha registrado este jueves en Roma. Una maleta abandonada generó la alarma en Ciampino, cuya terminal de salidas tuvo que ser desalojada mientras un grupo de artificieros examinaba el equipaje sospechoso. Tras dinamitar la maleta, los agentes comprobaron que sólo contenía efectos personales.

Esta misma tarde, un avión estadounidense que viajaba entre Oregón y Hawai ha tenido que regresar a medio camino por otro susto. Un pasajero se negó a guardar su bolso en el portaequipajes y realizó declaraciones amenazantes, por lo que terminó el viaje con esposas. Dos aviones de combate F-15 llegaron a despegar de su base para prevenir un ataque terrorista, y han acompañado al aeroplano hasta Portland.

Además, las autoridades han hecho público que un pasajero fue arrestado y sacado de un avión que hacía el vuelo de Miami a Detroit por proferir insultos contra los judíos. El pasajero Mansor Mohammad Asad, de 43 años, comenzó a gritar que "hay que matar a todos los judíos", lo que obligó al piloto del avión a regresar a la terminal de Miami el miércoles por la tarde. La aerolínea, otra vez Delta, informó a la Agencia Federal de Investigación (FBI) pero se decidió que era un asunto menor.

Todo este celo contrasta con el caso del pasajero que voló entre Eslovaquia e Irlanda con una bomba en su equipaje, sin saberlo. Los agentes, que lo arrestaron en Dublín, descubrieron que los explosivos fueron colocados por la policía eslovaca para poner a prueba sus mecanismos de seguridad. Sin duda, fallaron.

El día 2 de enero, los agentes de seguridad hicieron explotar de forma controlada una mochila sospechosa en la T-4 de Barajas. La Policía Nacional detectó una bolsa que se encontraba abandonada en el aparcamiento, por lo que la hicieron volar por los aires por motivos de seguridad. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, fue el encargado de confirmar que se trataba de una "falsa alarma" y que no contenía material explosivo.