Se acerca el 4 de junio, el día que a Ding Zilin le cambió la vida para siempre. Su hijo estaba en la plaza de Tiananmen pidiendo reformas democráticas como tantos otros estudiantes.
El Ejército disparo contra los manifestantes y cientos o miles murieron. Es imposible saber cuántos porque no hay una cifra oficial, porque sigue siendo un unorme tabú en China 24 años después.
"Hemos escrito ya 36 cartas y nunca nos han hecho caso. Están esperando a que los padres y madres de Tiananmen se mueran", asegura Ding Zilin. La mayoría de ellos supera los 80 años. No temen a la Policía ni al Gobierno, temen morirse antes de haber logrado justicia para sus hijos.
A Ding le han prohibido hablar con periodistas extranjeros y, durante el aniversario, la Policía vigila su casa. Por eso hemos tenido que entrevistarla una semana antes, porque no quiere que nadie olvide lo que ocurrió el 4 de junio.