{{#section.link.href}}
{{section.link.title}}
{{/section.link.href}}
La nueva crisis migratoria que amenaza a Europa se ha cobrado las primeras víctimas mortales. El primero es un joven que trataba de cruzar la frontera terrestre entre Turquía y Grecia, el otro, un niño al naufragar una embarcación con cincuenta migrantes junto a Lesbos.
Las imágenes que llegan desde Grecia crea rabia e indignación, las cámaras han podido recoger el momento en el que una patrullera griega ahuyenta con disparos al agua a una lancha que se acercaba a sus costas. Es una embarcación llena de niños que no entienden qué está pasando, por qué esos señores que supuestamente son los bueno golpean con palos la frágil embarcación abarrotada de personas aterradas.
Grecia no quiere que se repita lo de 2015. El país se vio desbordado por la llegada masiva de migrantes sin apenas ayuda europea y por eso ahora, está dispuesta a casi todo y si no lo hacen las autoridades, lo harán los vecinos, quienes en su mayoría han dejado claro que les recibirán con todas las hostilidades posibles, insultos y golpes.
Las patrulleras están ya avisadas, tienen que hostigar a los botes que intentan llegar a la costa griega. Los guardacostas los rechazan con los bicheros, con disparos al aire, con pelotas de goma. Intentan incluso estropear sus motores. En una lancha parecida a las grabadas, ha muerto ahogado un niño en las últimas horas.
En tierra firme, los soldados repelen las llegadas con gases lacrimógenos que casi ahogan a varios bebés, los menores siempre los más frágiles, los más vulnerables en un lugar sin espacio para la empatía. Otro joven sirio ha muerto alcanzado por un artefacto.
En Lesbos, son los propios vecinos los que impiden que los refugiados toquen tierra. Es la guerra contra esta nueva ola migratoria. No aceptaremos, dice Grecia, ni una sola petición de asilo más, algo contrario a la Convención de Ginebra.
En el campo de Moria, en Lesbos, uno de los lugares más terribles del planeta, se está expulsando a las ONGs. Lo único que separa a miles de personas de la miseria más absoluta.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha advertido a los países europeos de que los migrantes y refugiados llegarán "por millones" a Europa y ha subrayado que ahora Europa tendrá que "compartir la carga", después de que en los últimos días haya abierto sus fronteras para permitir la salida de quienes desean viajar hacia Europa.
La apertura fronteriza es el resultado del pulso que libra Turquía con la Unión Europea en una semana en la que el ejército turco ha sufrido importantes bajas en la Guerra de Siria. Hasta el momento han cruzado la frontera 76.000 refugiados.
Los Ministros de Exteriores de la Unión se van a reunir para tratar de encontrar una solución a la crisis humanitaria. El Gobierno de Erdogan tiene un pacto con Europa por el que ha recibido 6.000 millones de euros a cambio de controlar la migración irregular.