No fue ni el cáncer ni la demencia que sufría su padre de 85 años lo que acabó con su vida. Fueron sus hijas, Mary-Beth Tomaselli y Linda Roberts , quienes decidieron acelerar su muerte.
Todo ocurrió en marzo de 2015, cuando un día, las hermanas llevaron a cabo el macabro crimen en Florida. Primero probaron con un cóctel mortal preparado con alcohol y varias pastillas para dormir. No fue suficiente. Tuvieron que asfixiarlo hasta que su corazón dejó de latir.
Después, las dos hermanas simularon haber encontrado muerto a su padre en el sillón de su casa de Palm Harbor. Y nadie dudó de que el hombre hubiese muerto por causas naturales.
Era un crimen perfecto que ha salido a la luz, cuatro años después, por un triángulo amoroso. Una de las hermanas comenzó una aventura con un hombre que conoció en un bar, el mismo con el que la otra hermana, tiempo después, empezaría una relación. Las dos acabaron confesando el crimen a este hombre que grabó las charlas y las presentó a la Policía.
Cuatro años después, ambas cumplirán condena.