Las iglesias y los principales monumentos de Santiago de Chile se han convertido en el objetivo de las protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera. Unas protestas cada vez más violentas. Una furgoneta de las fuerzas de seguridad ha sido atacada por los manifestantes. Los agentes lanzaron gases lacrimógenos para dispersarlos.
Una furgoneta de los carabineros trata de salir de una calle hasta arriba de manifestantes. Es imposible hacerlo sin llevarse a la multitud por delante. Cada vez más rodeados, no paran de golpear el vehículo y tirarle todo tipo de objetos. Incluso llegan a zarandearlo y está a punto de caer. Es una brutal escena, impactante desde la perspectiva aérea.
La tensión es máxima entre los agentes que iban en su interior. No paran de retumbar los golpes de fuera, ni los gritos y la desesperación de dentro.
Son momentos de pánico que no cesan hasta que los agentes comienzan a disparar gas lacrimógeno desde las ventanas para poder ponerse a salvo. Es una muestra más de la violencia que se vive en las calles de Chile.
Cuarta semana de protestas: manifestaciones, robos y saqueos, edificios incendiados, y lo peor, una veintena de muertos y miles de heridos piden un cambio de la Constitución para eliminar la desigualdad social, una medida que ya ha anunciado el presidente Sebastián Piñera pero de la que aún no se fían en las calles.